martes, 21 de octubre de 2008

MATICES/014

EL TURISTA “ACCIDENTOSO”
No tengo nada contra los turistas, sólo leves matices, ligeros símiles en mi cotidiano tropezarme con ellos. xxxEl turista en manada es como un pelotón de fusilamiento formado para ejecutar al aborigen que ha osado optar por el paseo. Ellos no pasean, practican un braceo a caballo entre el disfrute y la histeria colectiva. El turista, solo o en pareja, es más calmo y balancea un rictus entre urraca y comadreja. Mas perdido estás si te encuentras emparedado en la triste circunstancia de ser la mortadela de un bocadillo: a tu espalda un monumento y enfrente una horda de jubilados, capitaneada por algún tedioso guía (paraguas o flor gigante de terciopelo en ristre) que, cuando se aparta, provoca una estampida de búfalos con el befo y el resuello desbordados por alcanzar el guiness de visita a un monumental monumento: tres minutos. Tus restos yacerán desmigajados hollados por los tacos del calzado marcando la sonrisa que les dedicaste antes (¡parecían tan angelicales!). xxxEs importante que camines con una convicción: que, si el susodicho camina delante tuya, indefectiblemente frenará en seco ante algún escaparate y el impacto de tu cuerpo con su mole (que moles son, no molinillos, amigo Sancho) será brutal. Mas ¡ay! si bajas la guardia y el guiri viene de frente: irremisiblemente irá mirando hacia atrás y el encontronazo entonces será meritorio de varios puntos de sutura y fractura de vómer. xxxHablar de las mesnadas en bicicleta de alquiler daría para un tratado de educación vial. Resumiendo: cuarenta o sesenta figurantes ensillando otras tantas bicicletas de alquiler e invadiendo las callejuelas del barrio gótico atestadas de peatones acongojados; teniendo en cuenta que un alto porcentaje de los jinetes lo más remoto que recuerdan es haber pilotado un triciclo, el pánico es evidente. Nunca he entendido el porqué de llevarles a disfrutar de la arquitectura de esas angostas calles cuando su mirada y atención está fija en la rueda delantera para evitar el inevitable trastazo. xxxPero el riesgo terminal es el de la ceguera. Porque ineludible es que, cuando quieres sobrepasarlo en un alarde osadía, de súbito, con energía (teutona, gala, anglicana o hija del sol naciente) lanza su brazo con el dedo erguido y la textura del de Colón, encontrando en su trayectoria tu hasta ahora clarividente ojo, con saña y retortijón. Observarás desolado que pretendía señalar como restos de muralla unos simples cascotes de obra. Tu ojo pasará a ser... clínico. xxxPero en fin, todo sea por el ingreso de divisas auspiciados por nuestros regidores, a costa de que las Ramblas, el Gótico, el Raval y periferias varias pasen a ser un daguerrotipo para nostálgicos paseantes. Porque además los intrusos no consumen, se traen el bocadillo de ultramar, las alpargatas de China y donde antes compraban una figura de sevillana ahora, como mucho, una postal. xxx¡Adiós Madrid que te quedas sin gente! y Barcelona es un crucero navegando a la deriva. xxxQuede claro que no tengo nada contra los turistas, sólo matices.

1 comentario:

Dani dijo...

Jajajajajaja! Muy divertido el artículo. La verdad es que los grupos que describes son un verdadero espectáculo cuando los ver pasar. También es gracioso fijarse con el afán de fotos que tienen. Foto a este monumento, foto a la esquina aquella, foto a la colilla del suelo, LO FOTOGRAFÍAN TODO! Y ya no digamos de los turistas japoneses, bien merecida tienen su fama.

En estos casos, lo aconsejable es una buena dosis de humor y reir del contraste que representan entre la multitud.