sábado, 13 de marzo de 2010

LA FRASE

Al palpar la cercanía de la muerte,
vuelves los ojos a tu interior
y no encuentras más que banalidad,
porque los vivos, comparados con los muertos,
resultamos insoportablemente banales.

VEINTE MINUTOS CON MIGUEL DELIBES



No va de semblanza biográfica ni glosa literaria, que tú no necesitabas que te llegase la hora de las alabanzas. Va de que por tu culpa —perdón, gracias a ti—, por morirte, has hecho desfilar por la cabeza mi década vallisoletana que fue mi «década prodigiosa». Hoy, por fin, puedo tutearte —como si ante los muertos perdiésemos el respeto o ganásemos confianza—. Entonces eras Don Miguel.
Hoy llevo la cabeza llena de fotogramas de aquellos tres años (1971-1974) en que todos los domingos te esperaba o me esperabas a la salida de misa de 12 en San Ildefonso para leerte mis poemas de la última semana —mentiría si dijese que para corregirlos o enmendarlos porque siempre me decías «¡ánimo, sigue así, Luis Miguel!»— y ver la expresión que ponías mientras ibas leyendo y la opinión dictada sin una voz más alta que la otra. Tengo la imagen grabada de tu quietud, tu figura erguida a la puerta de la iglesia, con el abrigo loden resbalando sobre el cuerpo como un sauce llorón. No te recuerdo en cazadora o chaqueta propios de otras temporadas, quizá porque en primavera tú estabas cazando y en verano yo estaba en Soria siguiendo con mis poema a lomos de Machado.
Me has resumido diez años de documental en los minutos que ha durado la noticia de que te has ido a cazar ángeles al coto destinado a los hombres sencillos. Las rondas de tapa y vino con tu hija Elisa apegada, que no integrada —parece ser que una chica pudiese resquebrajar nuestra unidad—, en aquella piña insólita de ideología multicolor que polemizábamos a voz en grito por la calle Santiago, pero que no nos despegábamos, que no hablábamos de literatura y soltábamos muchos tacos, que teníamos nombres (Suso, Pancho, Luis, Genaro, Josechu, Javi, Carlos y Adolfo) porque los apellidos —de alcurnia o de medio pelo— no importaban. Y el aperitivo en el Noche y Día, y los chuchos en la panadería de la esquina de Regalado con Teresa Gil, y las chuletadas de finquilla y caminatas por el camino viejo de Simancas.
Como ves no he escrito estas líneas para catalogar o lisonjear, ni para despedirte o caer en el tópico «hasta luego». Sólo son para agradecerte aquellos veinte minutos (que sumaron mucho más de cinco horas) de puñetera añoranza que me estás haciendo pasar este maldito 12 de marzo. Decirte que yo («¡ánimo, sigue así!») he seguido adelante en estos cuarenta años sin vernos. ¿Cómo?... si yo te contase. Así que ahora, Don Miguel, recibe el abrazo que nunca te di.

La columna: LA AMISTAD VISCERAL

Si hay una palabra adulterada en su uso, con tendencia al alza, es «amistad». El tema daría para un voluminoso ensayo pero intentaré someterme a la dictadura del tipómetro. Aunque la amistad es un asunto muy serio y en mi escala de valores la tengo incluso por encima del amor o, al menos, como los ingredientes perfectos para elaborar un buen cóctel.
Todos hemos tenido muchos, muchísimos, multitud de amigos. Pero si nos paramos a pensar realmente en una clasificación de la amistad, las matemáticas reductoras nos conducen al mínimo común múltiplo de tantísima cantidad. Porque la amistad requiere unos atributos de entrega, desinterés y correspondencia que generalmente no se dan y desencajan la ecuación.
Ya desde niños se crean grupos de afinidad y se tienen «amiguitos», quizá con la autenticidad de una edad en la que no cabe la mentira, pero tan efímeros como el jardín de infancia. Descontamos varios, pero iremos sumando.
A lo largo del crecimiento empiezan a florecer, sobre todo en época escolar, los grupos de amigos por conveniencia, diversión o pandillismo. Y en este trigal empiezan a aparecer las «amapolas»: los amigos interesados, que van incrementándose a lo largo de la vida y a los que a menudo desenmascaramos demasiado tarde. Afortunadamente es en esta época de adolescencia/juventud cuando surgen los verdaderos amigos a los que no dejas ni te dejarán colgado nunca. Pero no son esos centenares que se pregonan sino que quedan reducidos a la decena escasa. Seguimos descontando.
Ya inmersos en la vida laboral, en la institución de nueva vida familiar, en el círculo de amigos de mi pareja, los míos, las parejas de los amigos y las reuniones de antiguos alumnos se multiplican las amistades que, generalmente, además, se autocalifican «de toda la vida». Se refiere la expresión, claro está, a conocidos de hace tiempo... pero de amistad, chiribitas. Seguimos descontando —aunque los de interés siguen proliferando, la experiencia nos permite detectarlos con más prevención y acierto—.
Así va pasando el tiempo, engrosando la nómina mientras los tiempos son de calma chicha. Y si no pasa nada, que pasa, te vas de este mundo convencido de haber vivido rodeado de una legión de amigos. Pero, ¡ay si se acaba la calma y llega la tempestad!, si hay un traspié, un quebranto del alma o del bolsillo. Entonces no descontamos, es que se esfuman y evaporan como por ensalmo; los de «toda la vida», los que han alardeado de ser «amigos de…», los de complicidades en jaranas y fieles guardianes de secretos extraconyugales, los que te pidieron un favor invocando la sacrosanta amistad (cuán oídas son las expresiones: «hombre, como eres mi amigo, me harás…», «no me irás a cobrar a mí que soy tu mejor amigo…», «oye, entre amigos, ¿podrías…?»). Por supuesto descampan los de interés y no te asombres cuando estés en el pozo de que hasta los amigos de longeva duración e incondicionales del «si algún día necesitas algo…» te nieguen hasta un plato de sopa, vuelvan la cara al verte y se sonrojen si alguien les recuerda: «¿pero no erais tan amigos?». Descuentas y te das cuenta de que, de súbito, no tienes NINGÚN AMIGO.
Y si no has caído en desgracia da igual, la evolución de los medios de comunicación y los malos espíritus informáticos nos han ido aislando hasta la soledad más absoluta. Aunque, eso sí, han creado la «amistad virtual» en base a redes sociales (¿o sectas sociales?) a las que es casi obligado integrarse, casi imposible abandonar y que tienen la desvergüenza, disfrazada de desparpajo, de invitarte a ser amigo de…, a involucrar en tu vida como amigo a…, garantizándote un edén floreciente de amistades que cuelgan, como trofeos, en la parte lateral de la pantalla de tu ordenador con un numerador del que puedes cacarear cuando vuelves a alguna reunión de «antiguos».Y así encuentras en tu tablero a la cuñada del primo de un conocido tuyo, a un elemento cuya cara ni te suena ni tu nombre te evoca nada, a aquella amante a la que lograste olvidar y ahora te mortifica desde la orla que reza: “Tienes x.xxx amigos. Ver más”. Y tu correo infectado de «fulanito quiere ser tu amigo», pregonando luego en las pantallas, urbi et orbi, que «menganita y zutanito —tú—» ya son amigos. Y tú sin saberlo porque diste, en un mal momento, al «clic» sin querer.
Y ahora es cuando se descubre la amistad visceral, la auténtica, la que mana de alguna entraña y se alimenta de alguna enzima por investigar. La que además muchas veces ni pronuncia la palabra amistad. Se me ocurren dos grupos de ejemplo: entre los indigentes es habitual escuchar «¡yo no tengo amigos!» como imprecación. Pero a la hora de la verdad se comparte el bocadillo, la protección, el acompañamiento. El otro grupo es el de las personas que, sin apenas conocerte, dejan compromisos, sacrifican su propia comodidad y remueven desiertos con tal de facilitarte un oasis o, simplemente, porque disfrutan con tu compañía. Estos son los verdaderos amigos, los «entrañables», los que no te dejarán colgado, los que no te atosigarán si te ven bien y se volcarán (muchas veces a costa de su ruina y salud) si te ven mal. Los que hacen o dan sin pedir nada a cambio y merecen por ello que les demos algo a cambio.
En resumen: coge una mano, quita algún dedo y te saldrá el resultado exacto de tus verdaderos amigos. 

El debate: MACABRO DESAHUCIO

Conozco suficientes fotógrafos para atreverme a una clasificación: los artísticos (de estudio o exterior estudiado en luz y enfoque), los reporteros (notarios de la noticia y el gesto) y los oportunos —no oportunistas— (que están o encuentran el sitio adecuado en el momento justo). Juan Lemus pertenece a las tres categorías y alguna vez he “colgado” es estos espacios alguna de sus creaciones. En esta ocasión su foto corresponde a la tercera. Oportuna y, desgraciadamente, reflejo del grado de deshumanización al que vamos llegando a pasos agigantados. Desahuciada la morada de un difunto. ¿No ha pagado el finado? ¿la familia?... ¡que más da! La noticia no está en que sea legítima la obligación de pagar por un servicio ciudadano, me temo que no municipal como antaño, sino franquiciado a las arcas de funerarias/negocio privadas. Lo vituperante, deleznable y sangrante es la publicidad dada a la falta burocrática o tributaria cometida. No es una notita discreta, no; es un rutilante letrero bien diáfano y de tamaño considerable que el macabro sepulturero ni se ha dignado hacer que tape los apellidos de la familia infractora (que nosotros, que sí tenemos un respeto a los vivos y un mínimo decoro hacia los muertos, hemos hecho). Haber llegado a convertir la muerte en negocio; encontrar en prensa y buzoneo publicidad de jardines edénicos gestionados por empresas que parecen haber recibido de Dios la administración de la vida eterna en cómodos plazos, es la muestra de haber llegado al último escalón de la involución humana. Al menos, ¡que Dios nos coja confesados!

HUMOR

Ya me lo decía mi hermano, que el mejor chiste de La Vanguardia solía ser Los ocho errores.

PARÁBOLA DEL SUICIDA / EPÍLOGO DE ESPERANZA (III)

          Los perros agitan
sus collares de oro. ¡Seguid la venta!
¡Vendemos el amor, la vida
y el mar y el verso y la justicia!
          El hacha. Tic-tac. Paz
y oídos sordos. Que el hacha está
alerta a mantener el orden alterado.
ЖЖЖЖЖЖЖЖЖЖ
          ¡Escuchad! Vengo a arrasar
vuestras mercancías. Vengo a escupir
vuestra Paz angelical pendiente
del tic-tac del hacha vengadora.
         ЖЖЖЖЖЖЖЖЖЖ
          ¡¡¡Ohhh!!! Murmullo. Admiración.
Los perros agitan sus collares de oro.
El hacha desciende.¡¡¡Ohhh!!! Repulsa.
Alerta. ¿Quién es ese
que trae en las manos sólo Viento
y Luz? ¿Vende algo?
          ¡Sonad los cascabeles!
          ¡Congregad
al Gran Consejo de los Mercaderes!
          ¡Llamad a los americanos!
          ¡Convocad a los políticos!
          ¿Vendes algo?
                                               ЖЖЖЖЖЖЖЖЖЖ
¡Retroceded! Oléis a traición.
¡Quemad vuestras sonrisas
y dejadme paso!
Que yo no soy mas que el poema que viene
con la palabra reclamando sus derechos.
No soy mas que el Poeta. El Pecador.
El Iluminado. Y vengo en busca del Hombre.
          Vengo buscando al Hombre que me dé la mano
para enseñarle la triste voz que me ilumina.
          Soy Poeta que no tengo
una nube mojándome la espalda
ni una nube que me enjuague la voz
y me aclare la palabra
para explicarles a las rosas convulsiones
                                        lejanías.
          Soy Poeta que no tengo
una nube para hacerle el amor
ni una nube que llevarme al tacto y al recuerdo
de una niñez degollada
                                        melancolía.
          Soy Poeta que no tengo
una nube para llorar el camino
ni una nube para corroer la primavera
en pálidos minutos de amor
                                        agonía.
Soy Poeta y sólo tengo
huesos astillados e inconscientes
y labios que crujen perezosamente
y madera en las palabras
y ojos enrojecidos por el llanto
con el que mato a las nubes y borro
las lágrima.
          Sólo voy buscando algo
que inspire mi crónico poema
este crónico de todos
los que estamos al Viento encadenados.
          Sólo voy buscando algo
que delate el pulso de la Vida
algo: un cuerpo, un muerto
que gritaros rabioso y a la cara.
          Sólo voy buscando algo
para que las palabras sean nubes
y no palabras que no nos dejen
                                nos alejen
de tocar lo dicho con las manos.
          Sólo voy buscando algo
pero es la hora de morir
y estoy viviendo.
Y me estoy quedando sin Poeta
y sin nube y sin lágrima y sin rosa
que en mi boca alegres se atraganten.
                                               ЖЖЖЖЖЖЖЖЖЖ

sábado, 6 de marzo de 2010

LA FRASE

“Elige una mujer de la cual puedas decir:
Yo hubiera podido buscarla más bella pero no mejor.”
(Pitágoras)

La columna: DÍA DE LA MUJER ¿QUÉ?

No hace mucho, en la  columna dedicada a la celebración (¿?) del Año Europeo contra la Pobreza… ya expresé mi desconcierto ante la conmemoración de tanto año «A», jornada «J» y día «D» para sensibilizar sobre colectivos y situaciones que sufren discriminación, abuso o vejación. Expresé igualmente mi estupor al pensar si tales descalabros no se sucedían en otros años, jornada o días. En otro lugar indicaba que todo esto no pasaría si la terca «Humanidad» no se hubiese empeñado en desdeñar el Derecho Natural como único código aplicable. Llegaba a la conclusión de que el único día a celebrar (¿?) —cierto, universal, irreversible, sin distinción de edad, sexo, credo o condición social— es el del cumpleaños de cada uno. Tanta interrogación tras el término «celebrar» viene a que lo entiendo como algo lúdico y festivo y por tanto sería más correcto «reivindicar» o «proclamar».
Para que nadie me malinterprete. Esta columna la voy a centrar en mis creencias y convicciones —innatas y que pretendo mantener incluso post mórtem­— sobre el estatus de la mujer (aplicables, por qué no, a otros grupos). Ya añado otras secciones para comentar aspectos sobre el mismo tema pero de distinta índole.
En primer lugar que, salvo las inequívocas diferencias biológicas y las más que discutibles diferencias sobre sensibilidades —he conocido hombres de tacto exquisito y mujeres de trato rijoso—, no he encontrado nunca, por razón de género, ninguna diferencia de inteligencia, capacidad psicológica o facultad de obrar. Y si las encuentro es entre «personas» por razón de sus propias destrezas expansivas o restrictivas. Por tanto me resulta lesivo e insultante que la mujer —pongo como listón una igualdad mental con el hombre— tenga menos acceso al trabajo, la función pública y la toma de decisiones en cualquier ámbito. Me resulta revulsivo y repulsivo —por no decir vomitivo— que una mujer cobre un menor salario por idéntico trabajo en idénticas circunstancias, que haya hombres que, a sabiendas de esa identidad, todavía sobrecargan a su compañera (¡cuánto amor!) con una desigualdad en las tareas domésticas —poco dice a favor de tales varones esta actitud salvo una merma de su grado de inteligencia y dignidad—, que la mujer sea objetivo preferente y diana predilecta de burla o pretensión sexual. Me resulta penoso que el sistema educativo familiar e institucional siga manteniendo la instrucción centrada en roles prefijados y que hasta los colores, olores, afeites, peinados, indumentaria y otras numeraciones de igual espécimen sigan vigentes en nuestras «culturas» en nombre a veces, para más escarnio, de ideas fundamentadas —fundamentalistas, permitidme la expresión— en cánones religiosos o políticos venidos de alá o acá, de dios o del diablo, de la diestra o la siniestra. Como muestro mi rechazo a legislaciones de igualdades, paridades y otras «dades» que no hacen sino consagrar una injusticia para ambos géneros, bajo la presunción de que la capacidad está matemáticamente repartida al 50% (como ejemplo: tuve una MPE —muy pequeña empresa— con cuatro trabajadoras, el 80%, contándome yo como único 20% trabajador, que se ganaron el puesto por méritos demostrados en procesos de selección frente a aspirantes masculinos. Simplemente eran mejores. Si me hubieran obligado por decreto a poner la mitad de la responsabilidad en manos menos capacitadas mi negocio se hubiera hundido mucho antes de haberlo hundido yo solito).
Termino por ahora sin aguantar dos matizaciones: que el párrafo anterior no está reñido con las costumbres de cortesía y elegancia mutuamente aceptadas y que la reprimenda no va dirigida a los varones exclusivamente pues hay mucha hembra cómplice del desmán.

LA HISTORIA SEGÚN «SANYOLOVEO»

La historia de los acontecimientos se escribe sola. Los que la interpretan son harina de otro costal. No voy a obviar los orígenes de la conmemoración del Día de la Mujer Trabajadora ni me voy a privar del gusto de añadir trigo de mi cosecha.
Fue proclamado en 1910 por La Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas (en Copenhague) a propuesta de la alemana Clara Zetkin, como recuerdo de una huelga que aconteció en Nueva York, en 1857 en la cuál 129 obreras murieron después que los patrones hubieron incendiado la fábrica ocupada, como una jornada de lucha por los derechos de las mujeres. Se celebró por primera vez el 19 de marzo (¡qué casualidad, el Día del Padre!) en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, con mítines exigiendo para las mujeres el derecho de voto y el de ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral. Menos de una semana después, el 25 de marzo, más de 140 jóvenes trabajadoras, la mayoría inmigrantes, murieron en el trágico incendio de la fábrica Triangle (tesis avalada por Isabel Álvarez Gómez). Otras fuentes lo fechan el 8 de marzo de 1908, cuando murieron calcinadas 146 trabajadoras de la fábrica textil Cotton, también de Nueva York en un incendio provocado ante la negativa de abandonar el encierro en el que protestaban por los bajos salarios y las infames condiciones de trabajo que padecían.
En 1917, las mujeres rusas escogieron el último domingo de febrero para declararse en huelga en demanda de "pan y paz". Cuatro días después el Zar se vio obligado a abdicar, y el gobierno provisional concedió a las mujeres el derecho de voto.
Baile de cifras y ubicaciones que espero que no den origen a disputas sobre el dueño de la verdad y no desvirtúen el verdadero objetivo.

PERO LA HISTORIA VIENE DE ANTES Y CONTINÚA
El 8 de Marzo del 2010 se cumple un siglo de la Real Orden de 1910 que autorizó el acceso de las mujeres a la Universidad en España, a poco de ser nombrada consejera de Instrucción Pública Emilia Pardo Bazán —coetánea de Clara Zetkin— quien había afirmando en el Congreso Pedagógico Hispano-Portugués de 1892 que «la educación de la mujer no puede llamarse tal educación, sino doma, pues tiene por fin la obediencia, la pasividad y la sumisión». Antes sólo algunas mujeres habían logrado una licenciatura, tras la autorización del Consejo de Ministros, o disfrazándose de hombres, como hizo Concepción Arenal para estudiar Derecho en la Complutense.
Pero podemos seguir viajando en el tiempo para no olvidar a mujeres —heroínas, humanistas, ilustres o anónimas, reinas o plebeyas, místicas o laicas­— que abarcaron toda la gama de la lucha por sus derechos en las condiciones culturales, etnográficas y sociológicas propias de cada época. ¿Por qué no empezar por Eva, la de la manzana y su derecho a elegir? Y Dalila (la peluquera de Sansón), Circe dirigiendo a Odiseo, Hatshepsut de faraona, Níobe haciendo beber los vientos por ella al mismísimo Zeus, Safo pregonando su identidad sexual, Makeda y Semíramis ejerciendo de reinas de Saba y Asiria, Lisístrata convocando la primera huelga sexual para frenar una guerra —creo haber oído que algo similar se ha propuesto o ejecutado en nuestros días—, Cleopatra pasándose a todo un triunvirato por el Arco de Triunfo, las Juanas (Papisa, de Arco y la Loca), Lady Godiva paseando su desnudez en defensa de la rebaja de impuestos, La Malinche instruyendo a Hernán Cortés, Teresa de Jesús, María Tudor «la sangrienta» (titular del epónimo Bloody Mary). Y Florence Nightingale, ángel de la enfermería; las hermanas Mirabal, guerrilleras dominicanas contra Trujillo; la Coronela Juana Azurduy en el Perú, Irena Sendler ( "El Ángel del Gueto de Varsovia"), la Confederación iroquesa, símbolo (¡desde el siglo xii!) de la participación femenina en la democracia, Marie Curie y Dorothy Crowfoot, premios Nobel; Frida Kahlo capaz de despedirse de su vida de sufrimiento diciendo “espero alegre la salida y espero no volver jamás”; Rigoberta Menchú… y un etcétera tan largo que esta vez no puedo decir que me he dejado alguna en el tintero porque el tintero sigue a rebosar.

El debate: MIOPÍA, ASTIGMATISMO, VISTA CLARA Y CEGUERA

La verdad escuece y yo no me considero su poseedor absoluto. Pero sospecho que muchas personas estarán de acuerdo conmigo aunque sólo sea de pensamiento que ya sabemos que el pensamiento dicho o escrito puede acarrear malas consecuencias. Y el miedo, el «qué dirán» y el «nadar a favor de la corriente» son evidencias. Viene esto a la clasificación que me he permitido hacer de las distintas posturas adoptadas frente a las mal llamadas liberación, emancipación y conquistas —mal llamadas porque dar por sentado un derecho indiscutible es elemental e innegable; lo demás es conformarse con las migajas del banquete—. Vamos con el símil oftalmológico:
Miopía: Ha sido la visión tradicional del predominio del hombre sobre la mujer. Desde la imagen del troglodita prehistórico arrastrando de la melena a la mujer, a la imagen del troglodita del siglo xxi arrastrando de la melena a la mujer (no me repito, me reafirmo). Alegar matriarcados frente a patriarcados son falacias para justificar, en ambos casos, la falta de igualdad natural.
Astigmatismo: Muy propagado hoy en día, consiste en la postura eufórica frente a algunos avances conseguidos. Me remito a la confesión de una mujer que afirmó en una reunión —como exhibiendo un trofeo deportivo— que a ella su marido “le ayudaba en la casa, le hacía la compra, la colada, atendía a los niños… si se lo pedía”. Afortunadamente una contertulia le abrió los ojos replicándola que eso no era igualdad sino más bien una “concesión a la barrera” del hombre para alardear, a su vez, de participar en las tareas domésticas; que era, en fin, un modélico feminista.
Vista clara: Rara avis, pero haberlas haylas. Debía ser la norma pero es la excepción. Es el caso de las parejas que, sin preacuerdos, convenios ni trapicheos, actúan —por instinto natural­— en un exacto y racional reparto de tareas. Ni se plantean que hagan un “favor” a la otra parte. Conozco casos de padres que han criado a sus hijos porque trabajaban en casa o en mayor proximidad que la mujer, que iban o volvían del mercado cargados con lo necesario sin necesidad de un auxiliar que les hiciera la lista de la compra, que fregaban los platos o cocinaban según las aptitudes de cada uno. Sin necesidad de programación. Sin mando a distancia. Por instinto de igualdad.
Ceguera: Me da pavor entrar en esta fase de la enfermedad, que puedo calificar de terminal. Lo he oído yo, me lo han contado personas de total fiabilidad y lo he leído en artículos poco sospechosos de manipulación. Frases como “es que si mi marido no me pega, pienso que ya no me quiere”; “mi marido me pega pero, ¡ojo!, sólo lo necesario”; “me pega cuando bebe, pobrecito, así se desahoga”. Tres ejemplos de absoluta sumisión, sentimiento de culpa y complicidad en el vicio. He dicho que me da pavor porque estos casos son los más difíciles de resolver, tal es el arraigo que tienen en el convencimiento de esas mujeres. Me consuelo en contar, como anécdota y puede que por satisfacer mi ego, sentirme feliz de haber conseguido que una mujer de raza gitana ­—madre a sus treinta y pocos años de cinco criaturas, escasa de recursos y convencida de no querer “prolear” más­— se hiciese una ligadura de trompas. No entro ni salgo en cómo convenció al calé, o si lo hizo a sus espaldas, aunque he oído campanas de que la decisión fue mutua. ¡Albricias! Lástima que este hecho sea puntual y no contagioso. No quiero hoy remover más estiércol hablando de otras torturas practicadas en nombre de culturas y credos como la ablación de clítoris. No quiero, al menos este día, llorar.

HUMOR

REIVINDICACIÓN Y COMENTARIOS

No voy a enumerar aquí la interminable lista de comunicados —a manos de partidos, sindicatos, asociaciones y otros enjambres— que se emiten en estos señalados eventos por varias razones: porque es interminable, porque acostumbran a ser calcomanía de los del año anterior cambiando la fecha —a veces ni eso—, porque estoy casi convencido de que casi nadie los lee y porque a veces tienden a mezclar churras con merinas. Por ejemplo, este año el subscrito por UGT y CCOO, aludiendo a la solidaridad con el pueblo de Hawai y a la celebración del Año Europea contra la Pobreza. Me parece muy bien tan magnánima muestra de sensibilidad, pero cada cosa en su momento y con su contundencia (¿no?).
Respecto a las manifestaciones, tengo que expresar mi parecer de que han sufrido tal grado de falta de credibilidad, que los aludidos las observan con un rictus de menoscabo, los participantes van menguando en convicción y su quórum se va trasladando a la playa o la montaña.
Afortunadamente he dado últimamente con formas de presión mucho más eficaces. La ya mencionada en otra sección de cortar la complacencia sexual (propongo extenderla a lo gastronómico, lo higiénico, los cuidados infantiles y otras labores que parecen exclusivo patrimonio ¡qué curiosa denominación! de las mujeres). Y la otra, la valiente actitud de un pequeño grupo de bomberos plantando cara a un nutrido grupo de próceres por el tema del incendio de Horta de Sant Joan, defendiendo su profesionalidad e imprecándoles su utilización sectaria, política y electoralista del tema. Espero que esta vez los parlamentarios cambiasen su rictus de menoscabo por un atisbo de vergüenza en forma de sonrojo.
Finalizo, sin puntualizar nada, con comentarios encontrados al azar sobre este tema.

Sobre el comunicado de UGT-CCOO:
“Uds. que vais a estar trabajando en el dialogo social, cuando habeis estado tocandoos los ........viendo aumentar las tasas del paro y os habeis comidos los mocos con Zapatero sin haber hecho una huelga general, y ahora haceis movilizaciones para que el nene no se enfade y os quite la subvenciones. Mentirosos y vividores, ya no engañais a nadie salvo unos pocos acuciados por la crisis.”

Pequeño rifirafe entre dos blogueros:
“Históricamente, la mujer no ha estado discriminada. Se tiene constancia de numerosas sociedades matriarcales.
Además, aunque es obvio que hombres y mujeres debemos tener los mismos derechos legales, no somos iguales, y por tanto nunca podremos estar totalmente equiparados. Por ejemplo, es mayoritariamente la mujer quien deja la vida laboral para dedicarse a la familia. Debe de existir libertad de elección tanto por parte del individuo como por parte de la empresa.
Me parece insultante que se aprueben leyes que discriminan positivamente a las mujeres, como si éstas no fueran capaces de lograr los mismos méritos que los hombres por sí solas. Creo que no debemos luchar por la igualdad, sino por la distinción. ¿Qué pasa si en una empresa se demuestra que hay un 100% de mujeres más válidas que los hombres? ¿Sólo debemos quedarnos con el 50% para que todo sea equitativo? ¿Y si es al contrario, si es el 100% de hombres más válidos? ¿En cualquier caso debemos quedarnos con un 50% de inútiles?” y Rudy Spillman contestó...
“Es verdad, en la historia han habido matriarcados. Entiendo que en aquellos casos se estaría cometiendo una injusticia en relación con los derechos de los hombres.
Creo que confundes dos temas. Somos distintos, eso es verdad. Un ejemplo está dado por los deportes. Nuestra distinta fisiología nos obliga a separar por géneros las competencias. Pero sí debemos luchar por la igualdad. La referencia es a la igualdad frente a la ley. En tu ejemplo sobre la empresa todos debieran tener igualdad de posibilidades y los inútiles quedarían fuera si así lo determina la empresa, fuesen hombres o mujeres. Y a eso se le llama igualdad ante la ley. Que la mujer decida quedarse en su casa y criar a los hijos (como era tan común antaño) o dedicarse a empresaria y derivar los críos en otras personas, es y debe ser una estricta decisión de ella o de la pareja, con la que cada uno de nosotros podrá estar de acuerdo o no. De hecho, hoy día es común ver al marido atendiendo los quehaceres de la casa por diversos motivos, y la mujer trayendo el ingreso al hogar. A la mayoría no nos apetece esta situación pero a veces se da.
"Equitativo" no significa que todo deba ser igual sino que todos posean las mismas posibilidades. Y esto es lo que se le ha cercenada durante tantos años a la mujer. Tu debes saber mejor que yo lo que sucedía, por ejemplo, en España, en los años de Franco, en que ni siquiera una cuenta bancaria podía tener la mujer y necesitaba la firma de su marido ante cualquier trámite. Ni que hablar de lo que aún sucede en los países islámicos.”

Y el mejor broche a cargo de Maris Bustamante:
"Cuando los hombres hablen de su condición desde la masculinidad y develen sus diferentes roles, género, prejuicios y mitos, y las mujeres lo hagamos también, nos vamos a reencontrar en una situación no sé si mejor o peor, pero sí más interesante que la actual."

PARÁBOLA DEL SUICIDA / EPÍLOGO DE ESPERANZA (II)

PARÁBOLA DEL SUICIDA

                                                          Bien lo sabéis. Vendrán
                                                          por ti, por mí, por todos.
                                                          Y también
                                                          por ti.
                                                          (Aquí
                                                          no se salva ni Dios. Lo asesinaron)
                                                                                                     Blas de Otero


Se levanta el telón
se encienden
las candilejas. Se ilumina el Gran Mercado.
          Se vende en la primera escena
el silencio.
          Y todo el mundo calla.
          Pendiente
sobre el decorado
de perros con collares de oro
se balancea el hacha. Tic-tac.
          En cada oscilación
hay una advertencia
y una amenaza vengadora.
          Tin.tin. El oro
de treinta monedas
suena en el violín que nace en el fondo.
          Se vende en la primera escena
el silencio.
          Y todo el mundo calla.
          Repentinamente
se convulsionan los actores.
          Alguien grita desde el fondo oscuro:
¡PORQUE ME SIENTO RESPONSABLE
DE SABERME VIVO
vengo a contaros la parábola del suicida;
la parábola del gesto de la muerte
que delata en su muerte vuestro asesinato!
          Vengo a acusar.
          Traigo
al viento de testigo.

(continuará) ЖЖЖЖЖЖЖЖЖЖ