sábado, 3 de noviembre de 2007

LA COLUMNA/005

En un artículo de opinión, parecer, loa o sátira, gloria o escarnio, todo está permitido a condición expresa de superar la cuartilla en blanco (parafraseo a Nicolás Guillen, si no recuerdo mal, y lo adapto a mi conveniencia). xxxEn este brete me encuentro: idear y por ende redactar una columna. ¿Por encargo?: soy incapaz de escribir al dictado. ¿Un desafío?: lejos de mí la presuntuosa idea de retar, con ánimo de vencer, a nadie. ¿Un compromiso?: tiemblo al oír esta palabra que me evoca yuntas de bueyes, martillos pilones de cadenas y argollas y hasta programas electorales –demasiado riesgo comprometer al compromiso cuando sobra con comprometerse con uno mismo--. ¡Ya está!: se trata de una propuesta (develo que engendrada en la mente de una treintañera rubia con niña incorporada más rubia si cabe) que acepto desarrollar intentando hacer un esquema a sabiendas de que acabará maltratado y destruído. xxxEmpezaré con un propósito de enmienda ya que he vivido siempre a contracorriente: fraile antes que cocinero, acomodado antes de opositar a indigente, dócil y díscolo hasta debatirme entre la admiración y la irreverencia, erudito y culto hasta devenir en analfabeto funcional cum laude. Comprendo que hasta aquí el lector no me entienda pero, desorientado en esta encrucijada, no me importa; sólo estoy programando en voz alta como ejercicio de higiene antes las dudas. Tiempo habrá de que lector receptor y columnista emisor confraternicemos en la concordancia y en la discrepancia e incluso intimemos es ese atolladero que se llama amistad. xxxLlegado al punto de sentirme esclavo de objeto, sujeto, tiempo y espacio, voy al esquema: primera fila del primer cuadrante del primer estadillo. El objeto en cuatro categorías y sus ramificaciones (extra, súper, sub e infra): la pobreza, lo social, el debate y la actualidad. El sujeto también en cuatro peldaños: personajes entrañables, ilustres, normales dentro de la gravedad e impresentables (haylos). El tiempo: pasado, presente, futuro e imaginario. Y el espacio: estricto (dictadura del tipómetro), métrico (soga de creativos ahorcados), aleatorio (como las siete y media de don Mendo: o te pasas o no llegas) y subordinado (a la publicidad). xxxPor hoy, un día propicio a ignorar la humildad, dejo el instrumental preparado: sátira, ironía y, si se tercia, el dardo en forma de epigrama, para atacar; respeto, educación, cordialidad y buen humor como escudos; y, como bálsamo, votos de paz, riqueza (de la homologada como moral), guerra a la inopia y fe, mucha, en la vida y el futuro como metas. xxx¡A caminar! N. del A.: quizá hubiera tenido que escribir sobre la agresión a la chica ecuatoriana (objeto) por un individuo (sujeto) ocurrida recientemente (tiempo). Pero como ya han corrido ríos de tinta de sobrada solvencia, me limito a romper el esquema (ya lo he hecho con el espacio) en el apartado del sujeto: se había quedado en el tintero el nivel de desalmado (que sobrepasa el de salvaje y bestia en su versión peyorativa y que me merecen todos mis respetos en su versión académica).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Primero de todo felicidades! Tienes un escribir tan delicioso que de repente uno se encuentra con que llega al The End y le sobran ganas de continuar. Creo que deberías continuar con el mismo ánimo y el mismo buen hacer. ¿A dónde nos llevarán las propuestas? ¿Estará la eternidad esperándonos? La rubia y la rubita.

Anónimo dijo...

Apreciado,

Leyendo a Gilbert K. Chesterton, uno de, para mi, los mejores escritores y rey de la paradoja, del siglo pasado, encuentro una frase que quizás pueda ayudar a ver si relamente está todo permitido:
"El juego de ponerse límites a sí mismo es uno de los placeres secretos de la vida"
Frase que sucribo totalmente, y tu?

JM