viernes, 9 de noviembre de 2007

OPINIÓN/006

Reproduzco este artículo de opinión del Alfredo Conde, aparecido en El Periódico de 5/11/2007, ya que es de los que me parecen de “punto final” (los que por su contundencia no dejan paso a más disquisiciones, pros, contras ni variaciones). Claro que artículos como éste son rara avis (para tranquilidad de las musas de periodistas y escritores).
LOS BUENOS Y LOS MALOS
Este verano me llamó un amigo. Buena gente. Como a un servidor de ustedes, desde muy pequeño, le enseñaron en su casa que hay que comer de todo debo confesarles que este mi amigo, pontevedrés de pro, es decir, de los de toda la vida, es, cómo no, amigo de don Mariano, que también lo es, naturalmente, quiero decir pontevedrés. Don Mariano, ya saben, el que se nos está volviendo algo así como el inmarcesible líder. xxxYo también conozco a don Mariano, solo que, como es más joven, en ocasiones me despisto y aún lo cito por su diminutivo. Esto del diminutivo es muy galaico. Sucede que, a unos, los citamos por lo enxebre, así Pepiño, y, a otros, no hay manera y se nos atraviesa el castellano. Decía que mi amigo lo es también del prócer. Yo también. Así me considero de los dos. Pero acudo poco a misa y mucho menos en su carro. xxxMi amigo y yo, al que hacía años que no veía, quedamos en que comeríamos en mi casa. Llegado que fue el día víspera del de su llegada, me llamó por teléfono: “Oye, es para confirmar lo de mañana”. Cuando fue evidente que estaba confirmado el ágape, frugal, pero ágape –habría de ser una cosita de nada: algún crustáceo, xoubiñas fritas y pimientos del Padrón, blanco albariño y cafés en condiciones--, mi amigo se puso serio, tanto que se le notó en el tono de voz. “Oye –me dijo--, ¿te importa que vaya en el 4x4?” Le contesté raudo: “Por mí, como si vienes en bicicleta”. “No, en serio, es que me apetece ir en él”. “Pues claro hombre. Venir andando, aunque sea por el Camino de Santiago, no es recomendable a estas alturas del verano”. Ni siquiera de tus años, pensé para mis adentros. Pero me abstuve de decirlo. Mi amigo, entonces, se puso algo más serio: “No, mira, perdona, te lo digo porque como tengo la bandera de España pegada en el parabrisas, igual te molesta y no quisiera...” Confieso que sí me molestó la amical apreciación. ¿Debería entender, yo, tan poco amigo de banderas, que no debería acudir nunca a casa de mi amigo ostentando en mi coche la bandera de Galicia, por ejemplo? ¿Que no debería hablarle a él nunca en gallego, peso a que lo entienda e incluso lo domine? Convencido como estoy de que cuantas menos fronteras, mejor, de que el concepto de soberanía no es hoy, ni mucho menos, el que se llevó allá a finales del XIX, sino otro y muy distinto, y de que mi manera de ser español comienza por ser, sentirme y saberme gallego, insistiré en afirmar que el comentario de mi amigo me irritó. xxxNO ME MOLESTA la bandera de España, también es mi bandera, puesto que soy gallego de nación, español por historia y europeo por vocación. Pero me saca de mis casillas el afán secesionista, arredista, diríamos en gallego, que muchos comentarios esconden. Añado que no me importa hablar en castellano. Ustedes lo están viendo. Es más, no pienso renunciar nunca ni a estalengua ni a la otra, pues las dos son mías. ¿Qué pasa, entonces? xxxHace muchos años, así como 40, meses antes de morir mi padre, tuvimos una dura conversación en una de aquellas comidas de familia que tanto se llevaban. Mi padre y yo de un lado, la familia de mi madre (ella no) en el lado opuesto. Mi padre y yo éramos galleguistas y, en un momento dado, una hermana de mi madre señalándonos y señalándose, nos dijo “Porque nosotros, los buenos, y vosotros, los malos...”. Mi padre, entonces, se levantó de la mesa y desapareció. Al llegar a casa estaba ya de vuelta en ella. Me dijo “No lo olvides nunca. Hoy oíste la mejor y más clara definición del fascismo que oirás nunca: nosotros, los buenos, y vosotros, los malos. La distinción absoluta entre bondad absoluta y maldad absoluta, eso es fascismo y no otra cosa”. No lo olvidé aún. Y amplié el espectro que la definición dada por mi padre acoge. xxxMi amigo es buen amigo, es buena gente, pero me parece que a él sólo le cabe una España en la cabeza. Una llena de bondad a rebosar, tanta que indigesta. A mí me cabe una que, curiosamente, es muchos más grande que la suya, ya que en ella caben varias, caben más banderas que la de la canción que le canta “tú eres buena”, cabemos todos y en ella no sobra nunca nadie. Y así están las cosas. xxxEMPIEZA A resultar irritante tanto juicio de valor y tanto juicio de intenciones, provenientes siempre de los mismos aires. Irrita que decidan por nosotros lo que nos gusta y lo que no. Irrita hasta el hartazgo, que acuerden nuestros entusiasmos, los colores de nuestras banderas y los de las suyas. Irrita que tracen una línea divisoria y ocupen un territorio sin estar dispuestos, nunca, a compartir en él los espacios que han de ser comunes. Es suyo es el territorio de la bondad, el nuestro nunca ha de ser reconocido por ellos como tal. Afirman, siempre, que se está rompiendo España, pero no reconocen que fue precisamente en los periodos plurales, más aún en este último y federalizante, cuando España se convirtió en una potencia mundial y el hecho de ser ciudadanos en ella, en un privilegio deseable y envidiado.. Olvidan la realidad y habitan sueños llenos de caspa y desmemoria. Es de esperar, al menos es de desear, que los suyos sean movimientos reflejos, consecuencia de viejas conductas y actitudes, nunca deliberadas y conscientes, porque, de ser así, estaríamos regresando al pasado. Y ese pasado tiene un nombre. Se lo puso más gente que mi padre.

No hay comentarios: