sábado, 17 de noviembre de 2007

LA FRASE/007

De aquel que opina que el dinero puede hacerlo todo, cabe sospechar que será capaz de hacer cualquier cosa por dinero (Benjamin Franklin)

SANOLVIDADO DE... 007

... sugiero ver los comentarios de Estrella. Yo me rindo de momento, pero le ruego que se ponga en contacto conmigo por correo electrónico, ya que es un saco sin fondo de “sanolvidaos”. Gracias.

LA NOTICIA/007


ARMISTICIO PALOMAS-GAVIOTAS
Tras largas temporadas observando como las gaviotas, en picados espeluznantes dignos del más moderno caza supersónico, masacraban a las palomas de uso comercial, tras arduas negociaciones y treguas intermitentes, el día 15 a las 7.30 h. en la Avenida de la Catedral, obrando de testigo el que esto suscribe, se culminó el tratado de paz y cooperación en el desarrollo entre ambos bandos. El acto culminó (ver foto) con un ágape que auspicia un largo período de prosperidad.
Reflexión
¿Cual es el mensaje? ¿Qué pretenden enseñarnos? Cada cual que saque sus conclusiones. Puedo asegurar que en el frío de la mañana escenas así caldean cualquier conciencia. Sin más. A los humanos nos queda sólo tomar buena nota y mejor ejemplo.

LA COLUMNA/007

MADUREZ
No hace mucho alcancé la nada despreciable --¿cómo iba a despreciarla si me es inevitable convivir con ella?-- edad de 53 años (que, según mi personal e interesado sofisma logarítmico, implica que dentro de un año celebraré mi centenario, ya que haré 54; teniendo en cuenta que nací en el 54, la diferencia me da 100 o 0; como el segundo caso es imposible, dado mi aspecto, prevalece el corolario del centenario). Para lastrar más la osteoporosis de mi ánimo leo que uno de mis referentes --no recuerdo ahora si Pernau, Barril, Monzó, Trallero o ninguno de ellos-- cumplió sesenta, llegando entre otros axiomas a la conclusión de que el problema a nuestra edad no es que las mujeres no nos miren, es que no nos ven. xxxxHasta aquí lo meridianamente claro; ahora viene lo peliagudo: los que nos movemos en el segmento de los más o menos cuarenta a los más o menos setenta, ¿en qué edad estamos?. Porque a cada lapso entre años se le puede encontrar una denominación cabal. Los niños en la infancia, los mozalbetes en la adolescencia --conjurada la peyorativa “edad del pavo”--, los jóvenes en la melódica juventud --cada vez más duradera a tenor de los procesos de emancipación--, los ancianos (no el malsonante “viejos”) en la vejez (biensonante) y los difuntos en los tránsitos poéticos de “paz”, “descanso”, “gloria”, “mejor vida” o el más prosaico de haber agotado los puntos del carné. ¿Y nosotros? Tras una minuciosa encuesta hecha a bote pronto (desechado el incalificable “carroza”) sólo aparece un término probable: la madurez. xxxxSe me disparan las alarmas y me inunda el desasosiego. ¿Nosotros maduros? No me gusta en ninguna de sus acepciones. Me siento como un producto a punto de caer –mal asunto--, listo para ser devorado –nefasto final--, condenado a la podredumbre --estúpido remate-- o con inminente vencimiento de la fecha de caducidad. Me niego, ¡ahora que estamos en plena eclosión de nuestras facultades!, a sufrir el trauma del “ni chicha ni limoná”. Sopeso la alternativa de “edad media” pero inmediatamente caigo en la cuenta de que conlleva instalar al niño en la prehistoria y al anciano en el maremágnum de naves y efectos especiales espilbergianos que conforman el futurismo (para escarnio de párkinson y artritis varias). ¿Edad cabal?, tampoco me gusta mezclar lo cabalístico y lo deslavazado. Y menos segunda juventud que, futbolísticamente, nos situaría en categoría inferior a la primera y en un inmerecido peldaño por encima de la tercera. En definitiva, todo medias tintas. xxxxVienen estas reflexiones a que un día, como colofón a mi desayuno de leche y madalenas, la lectura de la prensa me produjo una fuerte desazón. Leí, en pocas páginas, que tal país estaba maduro --¿a punto de caer?--, tal político estaba maduro --¿filete con tesitura de suela de zapato?--, tal legislatura entraba en la madurez --¿presagio de la podredumbre?-- y que tal o cual tratados o pactos estaban maduros --¿sólo iniciados ya viciados y a punto de caducar?--. xxxxSalí a la calle a desdesazonarme y me encontré un otoño maduro y gélido, árboles de hoja caduca maduros y desnudos, hojas caducas amontonadas y muertas esperando la pira funeraria del barrendero. Una mañana, en definitiva, de castañas y no de castañuelas. Busco, cual torero, una alternativa y una oportunidad para superar este complejo de chirimoya flambeada. ¡Ánimo, comentaristas! Os estaré maduramente agradecido.

EL PERSONAJE/007


ESTATUAS PARA UN ATAQUE DE NERVIOS
En momentos en que las Ramblas de Barcelona son blanco de controversias y su paso entre terrazas y guiris de dudosas modales es más controvertido todavía, es bueno pararse en esos oasis de un par de metros cuadrados que suponen algunas estatuas –algunas, otras abusan de burdos y estrepitosos reclamos para que piquen los histriónicos turistas o los bisoños ciudadanos--. La de la foto, con esmerado vestuario y suaves formas, parece trasmitir algo de serenidad a los espíritus alterados. No olvidar que pretenden ganarse(¿?) la vida con la misma dignidad que mendigos, músicos callejeros y otros necesitados. Colectivos que lo último que hacen es daño a nadie. Al final me obsequió con un minúsculo corazón plateado y un deseo de buen día. La tensión de la mañana se diluyó como un bálsamo. Gracias.

ANUNCIOS PARROQUIALES/007

Selección de los tablones de las parroquias (los resaltados en negrita son míos). ¡Autenticidad garantizada, palabrita del Niño Jesús!: --Para cuantos de entre vosotros tienen hijos y no lo saben, tenemos un espacio preparado para los niños. --El costo de la participación en la reunión sobre “Oración y ayuno” incluye las comidas. --El grupo de recuperación de la confianza en sí mismos se reúne el jueves a las 7 de la tarde. Por favor, usad la puerta de atrás. --Queridas señoras, no olvidéis la venta de beneficencia. Es un buen modo de liberaros de las cosas inútiles que estorban en casa. Traed a vuestros maridos. --El torneo de baloncesto de las parroquias continúa con el partido del miércoles por la tarde: venid a animarnos mientras tratamos de derrotar a Cristo Rey. --Tema de la catequesis de hoy: ”Jesús camina sobre las aguas”. La catequesis de mañana: “A la búsqueda de Jesús”. --Por favor, meted vuestras ofrendas en el sobre, junto a los difuntos que queréis hacer recordar. --El diácono encenderá su vela de la del párroco, y girándose encenderá uno a uno a todos los fieles de la primera fila.
Reflexión
Encomiable el sentido del humor del clero en esta ocasión. Bien que informe a los padres de que tienen hijos, temerario dar comida cuando se difunde el ayuno, pobre paso entrar por la puerta de atrás para recuperar la confianza, discutible lo de tratar a los maridos como cosas inútiles (¡qué contarán las señoras en el confesionario!), débil fe si tras el prodigio de caminar sobre las aguas hay que desplegar el dispositivo de “alerta roja” en la búsqueda de Jesús y prodigio de prestidigitación lo de meter en el sobre a los difuntos. Pero prender vivos a los fieles de la primera fila y pedir ánimos para derrotar a Cristo Rey, señores párrocos, linda con el humor inquisitorial y el golpismo celestial.

RELATOS... POEMAS... CUENTOS... 007

CON DINERO... (Anónimo ¿?)

xxxxxxxxxxCon dinero puedes comprar una casa, xxxxxpero no un hogar. xxxxxxxxxxCon dinero puedes comprar un reloj, xxxxxpero no el tiempo. xxxxxxxxxxCon dinero puedes comprar una cama, xxxxxpero no el sueño. xxxxxxxxxxCon dinero puedes comprar libros, xxxxxpero no la sabiduría. xxxxxxxxxxCon dinero puedes comprar a los médicos, xxxxxpero no la salud. xxxxxxxxxxCon dinero puedes comprar un alto estatus, xxxxxpero no el respeto. xxxxxxxxxxCon dinero puedes comprar sangre, xxxxxpero no la vida. xxxxxxxxxxCon dinero puedes comprar sexo, xxxxxpero no amor. xxxxxxxxxxCon dinero puedes comprar un abogado, xxxxxpero no la tranquilidad de conciencia. xxxxxxxxxxCon dinero puedes dar muchas limosnas, xxxxxpero no estar en paz con Dios. xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxCon dinero se pueden hacer muchas cosas, xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxpero ¡no todas! ¡Ni las más importantes!

viernes, 9 de noviembre de 2007

LA FRASE/006

Un banquero es ese personaje que siempre sonríe como un amigo, pero mira tus papeles como si fueras un estafador. (Joan Barril)

SANOLVIDADO DE.../006

05/11: Stos. Galación, Epistema, Filoteo y Domnino. 06/11: Atico, Winoco, Felita de Milán. 07/11: Godofredo, Amaranto, Aquiles. 08/11: Diosdado, Godfrido, Nicóstrato. 09/11: Eustolia, Ursino. 10/11: Trifón, Modesto 11/11: Sta. Maravillas de Jesús 12/11: Paterno, Josafat 14/11: Serapión (abogado de los cólicos), Veneranda.

LA COLUMNA/006

LA PALABRA, ¿EL DARDO?
Con la venia de Fernando Lázaro Carreter, desde niño mamé vocabulario y educación. Las cosas tenían un nombre y los nombres eran palabras. Todas educadas y cabales: así, un negro lo era porque lo era su color (recuerdo los tirones a la capa de mi padre --¡mira, un negro! -- como signo de admiración y orgullo de que tal singularidad se dignase asomar por mi población castellana); el moro era moro por su origen; el gitano (en el pueblo de mi abuelo los había sin sufrir distingo), gitano; el chino (más exótico si cabe), chino; el enano (más tirones a la capa --¡qué señor tan bajito!--), enano y el mongólico (madre, ¿por qué tiene esa cara?: es mongólico, hijo, me decía, sin atisbo de retintín ni lástima, simplemente constatando la evidencia), mongólico. Yo los vi siempre como algo natural y los llamaba por su nombre; al fin y al cabo yo también era bajito como el enano, pelo azabache como el gitano, rasgos residuales de la presencia mora y sensible, quizá por desgracia mucho menos, que el mongólico (tuve un amigo que lo era y con el que jugaba y reñía sin remilgos de ningún tipo) que representaba para mí el paradigma de la bondad y la inteligencia en estado puro. XXXPero me planto en nuestros días y aquellas palabras parecen haberse convertido en dardos: paradoja de un tiempo en que todo tiene que ser socialmente correcto, políticamente correcto, eróticamente correcto, deportivamente correcto... Acabaremos predicando que se debe ser incorrectamente correcto, poca mente... y mucho recto, me parece. Me molesta, me violenta y me enfurece andar buscando sinónimos para designar al moro (magrebí, islamista e incluso alguna vez se me escapa sarraceno –un buen amigo mío moro me reprende y espeta: ¡moro, coño, soy moro!--), al negro (subsahariano, de color --¡qué tontería! si yo, el chino y el maorí también somos de colorines: verde, blanco y amarillo--), al gitano (calé, húngaro –hungaria debe ser un estado universal--) y al mongólico (síndrome de Down). Se me atragantan tales “correcciones” que no son sino IMPRECISIONES y ABERRACIONES SEMÁNTICAS. XXXAsí que desde ahora llamaré a las personas por su correcto nombre. Como mucho anteponiendo el vocablo “amigo” (San Francisco dixit) para alejar de mí cualquier intención de zaherir o insultar. El dardo en la palabra, admirado Fernando, lo reservo para criticar, que también es edificar.

OPINIÓN/006

Reproduzco este artículo de opinión del Alfredo Conde, aparecido en El Periódico de 5/11/2007, ya que es de los que me parecen de “punto final” (los que por su contundencia no dejan paso a más disquisiciones, pros, contras ni variaciones). Claro que artículos como éste son rara avis (para tranquilidad de las musas de periodistas y escritores).
LOS BUENOS Y LOS MALOS
Este verano me llamó un amigo. Buena gente. Como a un servidor de ustedes, desde muy pequeño, le enseñaron en su casa que hay que comer de todo debo confesarles que este mi amigo, pontevedrés de pro, es decir, de los de toda la vida, es, cómo no, amigo de don Mariano, que también lo es, naturalmente, quiero decir pontevedrés. Don Mariano, ya saben, el que se nos está volviendo algo así como el inmarcesible líder. xxxYo también conozco a don Mariano, solo que, como es más joven, en ocasiones me despisto y aún lo cito por su diminutivo. Esto del diminutivo es muy galaico. Sucede que, a unos, los citamos por lo enxebre, así Pepiño, y, a otros, no hay manera y se nos atraviesa el castellano. Decía que mi amigo lo es también del prócer. Yo también. Así me considero de los dos. Pero acudo poco a misa y mucho menos en su carro. xxxMi amigo y yo, al que hacía años que no veía, quedamos en que comeríamos en mi casa. Llegado que fue el día víspera del de su llegada, me llamó por teléfono: “Oye, es para confirmar lo de mañana”. Cuando fue evidente que estaba confirmado el ágape, frugal, pero ágape –habría de ser una cosita de nada: algún crustáceo, xoubiñas fritas y pimientos del Padrón, blanco albariño y cafés en condiciones--, mi amigo se puso serio, tanto que se le notó en el tono de voz. “Oye –me dijo--, ¿te importa que vaya en el 4x4?” Le contesté raudo: “Por mí, como si vienes en bicicleta”. “No, en serio, es que me apetece ir en él”. “Pues claro hombre. Venir andando, aunque sea por el Camino de Santiago, no es recomendable a estas alturas del verano”. Ni siquiera de tus años, pensé para mis adentros. Pero me abstuve de decirlo. Mi amigo, entonces, se puso algo más serio: “No, mira, perdona, te lo digo porque como tengo la bandera de España pegada en el parabrisas, igual te molesta y no quisiera...” Confieso que sí me molestó la amical apreciación. ¿Debería entender, yo, tan poco amigo de banderas, que no debería acudir nunca a casa de mi amigo ostentando en mi coche la bandera de Galicia, por ejemplo? ¿Que no debería hablarle a él nunca en gallego, peso a que lo entienda e incluso lo domine? Convencido como estoy de que cuantas menos fronteras, mejor, de que el concepto de soberanía no es hoy, ni mucho menos, el que se llevó allá a finales del XIX, sino otro y muy distinto, y de que mi manera de ser español comienza por ser, sentirme y saberme gallego, insistiré en afirmar que el comentario de mi amigo me irritó. xxxNO ME MOLESTA la bandera de España, también es mi bandera, puesto que soy gallego de nación, español por historia y europeo por vocación. Pero me saca de mis casillas el afán secesionista, arredista, diríamos en gallego, que muchos comentarios esconden. Añado que no me importa hablar en castellano. Ustedes lo están viendo. Es más, no pienso renunciar nunca ni a estalengua ni a la otra, pues las dos son mías. ¿Qué pasa, entonces? xxxHace muchos años, así como 40, meses antes de morir mi padre, tuvimos una dura conversación en una de aquellas comidas de familia que tanto se llevaban. Mi padre y yo de un lado, la familia de mi madre (ella no) en el lado opuesto. Mi padre y yo éramos galleguistas y, en un momento dado, una hermana de mi madre señalándonos y señalándose, nos dijo “Porque nosotros, los buenos, y vosotros, los malos...”. Mi padre, entonces, se levantó de la mesa y desapareció. Al llegar a casa estaba ya de vuelta en ella. Me dijo “No lo olvides nunca. Hoy oíste la mejor y más clara definición del fascismo que oirás nunca: nosotros, los buenos, y vosotros, los malos. La distinción absoluta entre bondad absoluta y maldad absoluta, eso es fascismo y no otra cosa”. No lo olvidé aún. Y amplié el espectro que la definición dada por mi padre acoge. xxxMi amigo es buen amigo, es buena gente, pero me parece que a él sólo le cabe una España en la cabeza. Una llena de bondad a rebosar, tanta que indigesta. A mí me cabe una que, curiosamente, es muchos más grande que la suya, ya que en ella caben varias, caben más banderas que la de la canción que le canta “tú eres buena”, cabemos todos y en ella no sobra nunca nadie. Y así están las cosas. xxxEMPIEZA A resultar irritante tanto juicio de valor y tanto juicio de intenciones, provenientes siempre de los mismos aires. Irrita que decidan por nosotros lo que nos gusta y lo que no. Irrita hasta el hartazgo, que acuerden nuestros entusiasmos, los colores de nuestras banderas y los de las suyas. Irrita que tracen una línea divisoria y ocupen un territorio sin estar dispuestos, nunca, a compartir en él los espacios que han de ser comunes. Es suyo es el territorio de la bondad, el nuestro nunca ha de ser reconocido por ellos como tal. Afirman, siempre, que se está rompiendo España, pero no reconocen que fue precisamente en los periodos plurales, más aún en este último y federalizante, cuando España se convirtió en una potencia mundial y el hecho de ser ciudadanos en ella, en un privilegio deseable y envidiado.. Olvidan la realidad y habitan sueños llenos de caspa y desmemoria. Es de esperar, al menos es de desear, que los suyos sean movimientos reflejos, consecuencia de viejas conductas y actitudes, nunca deliberadas y conscientes, porque, de ser así, estaríamos regresando al pasado. Y ese pasado tiene un nombre. Se lo puso más gente que mi padre.

EL PERSONAJE/006


MIQUEL FUSTÉ, ¿QUÉ PINTAS?
Fusté, no fuste, que de éste le sobra (madera, vástago, armazón, fundamento de lo inmaterial, nervio y sustancia). ¿Qué pinta?: no sé si mucho o poco pero muy bien. Además, a la chita callando, siempre me lo encuentro en la foto como actor secundario de asuntos solidarios. Es decir, pinta y se preocupa. Incluso lo borda cuando entreteje historietas (profundas... y no tanto). Como dibujante me asombra y como pintor me desborda. Cuando más me gustan sus obras es cuando las tiene a medias (en el momento en que se esmera en que el sol o la lluvia contribuyan al secado o al difuminado al dente), pero él se empeña en acabarlas y nunca decepciona. No sabemos cuando nos conocimos ni creo que nos interese. Sólo sé que nuestra combinación es como la nitración de la glicerina (nitroglicerina, más en su versión de explosivo que de vasodilatador) y con ingredientes de “goma 2” (dos por los que somos y goma por elásticos-tolerantes). Disfrutamos viendo temblar a quienes nos acercamos aunque nuestras presas preferidas son Olga, Marta, Ana y José María. Nuestra fisión/fusión es tan nuclear que tenemos la patente de la amistad radioactiva. Quien nos entienda que nos compre (por eso no vendemos ni un artículo ni un cuadro). No nos desanimamos, el futuro nos dará la razón o una colleja. No ganaremos pero convenceremos.


EL DEBATE/006

GAVETAS DE "AYUDANTES" Y "AYUDADOS"
Limitado en tiempo y espacio (uno huye y otro encoge), como receptor de ayuda y beneficiario de manos tendidas, intentaré dibujar el perfil del mismo que archivo en la gaveta de mi mente. Lo primero a lo que se aspira es a la irrenunciable ayuda material en forma de sustento, cama y pecadillos varios (tabaco y algún café); superada esta estación (de las “dolorosas”) se pasa a implorar el estímulo ético y de autoestima ya que el espíritu también “come” (apeadero de “gozo”) acabando en reclamar, si se tercia, la potenciación, remunerada si cabe, de las propias habilidades (final de trayecto: “la gloria”). Y ante este rosario por etapas, los “ayudados” podemos reaccionar de tres maneras: exigir más por el mismo precio, desmarcarse de una situación para enjuagar el sabor agridulce o profesar como conversos ayudantes por un elemental deber de reciprocidad. XXXCon estas cuitas caminaba una madrugada, horario en que la ciudad vieja me pertenece en exclusiva (patrimonio adquirido en la escuela de la calle), cuando se me ocurrió desplazarme a la gaveta de la mente del ayudante. ¿Qué le impulsa? La experiencia me autoriza a decir que también se dividen en cuatro estadios: interés en obtener una entronización del ego (más cruel es cuando se pretende obtener un rendimiento económico), ejercicio de lavado de conciencia (pobre profilaxis, pero higiénica al fin y al cabo), práctica de concienciación social y el que actúa así... por naturaleza. Cara al receptor “ayudado”, todas sirven, aunque personalmente me inclino por los que dan y reciben... por naturaleza. XXX¡Ojo, por tanto, con los ayudantes que aspiran al beneficio y con los ayudados que se acomodan a engullir sin compromiso! XXXLa perfecta comunicació entre ambos teje un anillo armónico que desencadena un efecto dominó o de mancha de aceite que a todos mejora y gratifica. Así, por encima de ideologías, credos, tics y enciclopedismos se empieza a encajar el puzle de la solidaridad.

RELATOS... POEMAS... CUENTOS... 006

NO LE DEJARÁ INDIFERENTE por Gisela Bou (en El Periódico)
Últimamente, en los círculos de la crítica cultural se ha puesto de moda una frase que cada vez me resulta más irritante. Es la concluyente en toda crítica que se precie: “No te dejará indiferente”. Mi inquietud nace ante la imposibilidad de que un poema, una canción, un libro o una película me dejen indiferente. Me pueden gustar, emocionar, hacerme reír o llorar, resultarme aburridos, irritantes, soporíferos o hasta me pueden parecer pésimos, pero aún no me he sentido indiferente ante el resultado del trabajo intelectual y artístico de alguien. No sé si esta nueva religión de la crítica nace del afán mercantilista en el que todo vale, si es el resultado del tifón uniformador que quiere reducirlo todo a la mínima expresión o es que los nuevos creadores de opinión nos creen tan idiotas de ser capaces de quedarnos indiferentes ante un libro, cuadro o melodía. Sólo querría decirles que una crítica es el resultado de la opinión razonada sobre una obra en la que se juzga su valor, sus cualidades o sus defectos. Si no somos capaces de esto, mejor que lo dejemos.
Reflexión
Suscribo totalmente el texto de la autora y lo extrapolo (vocablejo al uso) a todas las facetas del quehacer diario. ¿Quedarse indiferente a la vista de un pobre, a la contemplación de un niño, al sufrimiento de un inválido, al revulsivo de una agresión, a la generosidad y ternura de un mongólico (síndrome de Down --ya he hablado de las filigranas lingüísticas a que nos obliga lo políticamente sensible--), a la estulticia de un descerebrado, a la prepotencia insultante de un presunto guaperas, a lo feo y a lo bello; en definitiva, a lo bueno y a lo malo. Todas las manifestaciones de la existencia han de producirnos admiración, ternura, repulsa o emoción, pero nunca dejarnos indiferentes. No se puede ser aséptico ni neutral. Si alguien se siente así que me lo diga, para comunicarle que está... muerto.

sábado, 3 de noviembre de 2007

LA FRASE/005

"Miro dos veces para ver lo exacto; miro una vez para ver lo hermoso" (Henry Frédéric Amiel)

LA NOTICIA/005

Se pueden consultar en El Periódico de Catalunya, La Vanguardia, El País, El Mundo, La Razón, Diario de Soria y agencias. Esta semana no tengo arrestos para seleccionar.

LA COLUMNA/005

En un artículo de opinión, parecer, loa o sátira, gloria o escarnio, todo está permitido a condición expresa de superar la cuartilla en blanco (parafraseo a Nicolás Guillen, si no recuerdo mal, y lo adapto a mi conveniencia). xxxEn este brete me encuentro: idear y por ende redactar una columna. ¿Por encargo?: soy incapaz de escribir al dictado. ¿Un desafío?: lejos de mí la presuntuosa idea de retar, con ánimo de vencer, a nadie. ¿Un compromiso?: tiemblo al oír esta palabra que me evoca yuntas de bueyes, martillos pilones de cadenas y argollas y hasta programas electorales –demasiado riesgo comprometer al compromiso cuando sobra con comprometerse con uno mismo--. ¡Ya está!: se trata de una propuesta (develo que engendrada en la mente de una treintañera rubia con niña incorporada más rubia si cabe) que acepto desarrollar intentando hacer un esquema a sabiendas de que acabará maltratado y destruído. xxxEmpezaré con un propósito de enmienda ya que he vivido siempre a contracorriente: fraile antes que cocinero, acomodado antes de opositar a indigente, dócil y díscolo hasta debatirme entre la admiración y la irreverencia, erudito y culto hasta devenir en analfabeto funcional cum laude. Comprendo que hasta aquí el lector no me entienda pero, desorientado en esta encrucijada, no me importa; sólo estoy programando en voz alta como ejercicio de higiene antes las dudas. Tiempo habrá de que lector receptor y columnista emisor confraternicemos en la concordancia y en la discrepancia e incluso intimemos es ese atolladero que se llama amistad. xxxLlegado al punto de sentirme esclavo de objeto, sujeto, tiempo y espacio, voy al esquema: primera fila del primer cuadrante del primer estadillo. El objeto en cuatro categorías y sus ramificaciones (extra, súper, sub e infra): la pobreza, lo social, el debate y la actualidad. El sujeto también en cuatro peldaños: personajes entrañables, ilustres, normales dentro de la gravedad e impresentables (haylos). El tiempo: pasado, presente, futuro e imaginario. Y el espacio: estricto (dictadura del tipómetro), métrico (soga de creativos ahorcados), aleatorio (como las siete y media de don Mendo: o te pasas o no llegas) y subordinado (a la publicidad). xxxPor hoy, un día propicio a ignorar la humildad, dejo el instrumental preparado: sátira, ironía y, si se tercia, el dardo en forma de epigrama, para atacar; respeto, educación, cordialidad y buen humor como escudos; y, como bálsamo, votos de paz, riqueza (de la homologada como moral), guerra a la inopia y fe, mucha, en la vida y el futuro como metas. xxx¡A caminar! N. del A.: quizá hubiera tenido que escribir sobre la agresión a la chica ecuatoriana (objeto) por un individuo (sujeto) ocurrida recientemente (tiempo). Pero como ya han corrido ríos de tinta de sobrada solvencia, me limito a romper el esquema (ya lo he hecho con el espacio) en el apartado del sujeto: se había quedado en el tintero el nivel de desalmado (que sobrepasa el de salvaje y bestia en su versión peyorativa y que me merecen todos mis respetos en su versión académica).

EL PERSONAJE/005

PARAGUAS MATT LAMB POR LA PAZ
Hizo fortuna con la muerte (dueño de una multinacional funeraria) y devino en artista de la vida. Centra su atención en los niños para que pinten paraguas por la paz. Aglutina a los enemigos (blancos con negros, judíos con palestinos, moros con cristianos) para crear amigos. De la muerte ha aprendido que en la vida no hay una segunda oportunidad (¿?) y que sólo cuando llega la muerte nos damos cuenta de que hemos vivido llamándonos imbéciles y aniquilándonos. Cree que los niños son el último flotador. Alcohólico reciclado en entusiasta por la paz comprendió que para cambiar el mundo hay que empezar por uno miso. Gana dinero a espuertas pero ahora lo invierte en programas por la paz. En definitiva, un predicador de la vida que utiliza la opulencia como látigo y deposita el liderazgo en los niños. Tomemos nota. A buen entendedor pocas palabras bastan.

RELATOS... POEMAS... CUENTOS...005

Catedral de cuento: LA ARAÑA “RAÑA” Y SU TELARAÑA (para que los cuentacuentos lo adapten a su gusto)
Érase una vez... una araña llamada Raña. Desde pequeña había ido construyendo su telaraña en un rincón formado por las piedras del largo muro de ca l'Ardiaca y un contrafuerte que sobresale junto a un poyete en el que descansan los desfallecidos, caminantes y menesterosos, que esperan un poco de pan y un mucho de agua. (No sé si las arañas y su tela pueden sustentarse sobre piedra pero esto es un cuento). XXXLa telaraña era, aunque parezca mentira (ya he dicho que esto es un cuento), de muchos colores. Comenzó tejiendo un hilo de color plata que era el camino para comunicarse con su familia y por el que recibía educación, afecto y consejos; después uno de color verde por el que se deslizaba para reunirse con sus amigas a intercambiar confidencias y compartir los momentos felices y las tristezas; el azul le servía para soñar al dormir y el lila para jugar cuando estaba despierta; también se fabricó uno rojo para recibir remedio cuando enfermaba y, finalmente, uno amarillo por el que se llegaba a la despensa en la que atesoraba el fruto de su trabajo, conseguido mediante una filigrana de hilos más finos y multicolores que completaban la tela pringosa en la que retenía a sus presas; también con sus largas excursiones en las que recogía semillas y briznas de frutos de los árboles a los que, con destreza y paciencia, trepaba y descendía ligando y desligando hilillos ascensores entre los surcos dibujados en las cortezas de corcho. XXXEn definitiva, Raña era trabajadora, simpática, bien avenida con sus vecinas y generosa con sus compañeras. Era, digamos, una araña de clase media alta. Cuando quería, con un simple tirón de los hilos principales, se juntaba con su familia y amigas; cuando dormía, la brisa acunaba su casita y los sueños poblaban sus noches; además, arteramente, convertía aquel entramado en columpios, toboganes y norias con los que llenaba sus momentos de descanso. XXXRaña era feliz. XXXPero (lo malo de los cuentos es que siempre tienen un pero) un mal día, uno de esos días aborrascados zarandeado por el viento –que tanto entristecen a los niños y malhumoran a los mayores--, algo pasó que desbarató en instantes lo que había edificado en años. Minuto tras minuto se fueron tronchando el hilo plata de la familia, el verde de los amigos, el azul de los sueños, el lila de los juegos, el rojo de los remedios y el amarillo del trabajo. Todo se precipitó sobre el poyete de los peregrinos, formando una bola viscosa que envolvió a Raña y la inmovilizó sin piedad. Sintió un enorme cansancio y una terrible tristeza; sin fuerzas y desesperada no hallaba la forma de desenmarañar aquel tinglado que se le había venido encima; Raña sólo pensó en que lo que se le había venido encima era el mundo.
¿Qué había pasado? Puede ser que algún contratiempo le hiciese perder la ilusión y como un castillo de naipes se tambaleó su trabajo y, al verla así, familia y amigas cortaron los bonitos hilos, descuidó su salud, dilapidó su despensa y perdió el control de sí misma.
XXXAl atardecer llovió y se disolvió el ovilllo de araña y tela, liberándola y permitiéndola al menos caminar, tan despacio como triste, arrastrando a duras penas sus patas con la sensación de no encontrar fuerzas para sobrevivir. No tenía qué comer ni dónde dormir ni sabía defenderse, expuesta a que la aplastaran los mismos que había admirado el arco iris y la filigrana de su construcción. A trancas y barrancas, dando tumbos sobre el enlosado del carrer del Bisbe, llegó a la puerta de Santa Lucía y, por un resquicio de sus jambas, entró a la Catedral resguardándose de la lluvia, oyó las campanadas del reloj –que antaño la habían orientado y acompañado--, cayendo exhausta bajo un banco de madera carcomida, sin que esa vez ningún hilo azul iluminase sus sueños. XXXAl amanecer despertó maltrecha, avanzó renqueando a través del claustro sin ánimos para levantar la cabeza y admirar las capillas --en cuyas policromías tanto habías disfrutado-- ni saludar a las ocas como siempre había hecho. Estaba, sencillamente, derrotada. XXXEntró en la nave central pegada a la pared para evitar que las monjitas –afanadas en ornamentar meticulosamente los altares-- la atropellasen; así logró llegar bajo el altar mayor donde conocía una trampilla –de sus correrías juvenies-- que daba a un túnel de los muchos que surcan el subsuelo y comunican los templos de esta zona de la ciudad. Túneles abandonados y semiderruidos por los que a veces no pasaba –menos mal que ella lo era-- más que una araña. Llena de polvo, con sus antaño relucientes patas mugrientas, tardó días en recorrer de la Mercé a Santa María del Mar, de Sant Just i Pastor a San Felipe Neri y de la Basílica del Pi nuevamente a la Catedral. XXXMas la excursión no fue en vano: en el camino había encontrado otras arañas en su misma situación que la habían enseñado a buscar comida, a habilitar rincones para dormir, a defenderse de los intrusos no muy bien intencionados y a compartir los recursos que a Raña le empezaron a parecer riquezas. Asumida la situación comenzó a recuperar alegría y optimismo, empezó a asimilar que lo que había perdido no era tan imprescindible y que la felicidad podía ser muy sencilla. Igualmente pensó que acomodarse en esta nueva vida, sin darle algún contenido, no era bueno.
Decidida a volver al sol lo hizo por la puerta grande; desempolvó su cuerpo, atusó sus peludos apéndices y alzó la cabeza. Había recuperado también el orgullo y podía mirar de frente a quien quisiera.
XXXDe vuelta a su antiguo emplazamiento, aupándose al poyete desnudo, saludó al obispo Irurita y se puso en el empeño de tejer hilo modesto y monocolor. Las arañas de la ciudad la saludaban ayudándola como podían. Así fue creciendo su nueva telaraña, sin pretensiones de grandeza y sí de utilidad. Ya no necesitaba una gran despensa aunque le gustará un hilo amarillo que la guiase; sí le gustaría soñar y tener un hilo azul que la encandilase; sí le gustaría tener un hilo lila con el que reconstruir columpios, toboganes y norias para que las arañitas de los túneles vinieran a jugar con ella; y un hilo verde para hacer nuevas amigas que la aceptasen como era ahora; y uno rojo por si acaso; y el de plata para renovar los lazos familiares. Pero no tenía medios, así que se fue a dormir. XXXEsa noche una luna rasante depositó sus rayos en la tela y le tiñó el hilo de plata. Llovía al amanecer y, al escampar, el sol y el arco iris se conjuraron para pintarle los demás colores. La brisa balanceó la telaraña y Raña soñó que todo se podía conseguir pero con otros fines: en vez de comodidad, entrega. Cuando despertó y vio la telaraña multicolor dio un salto de alegría y de los ojos se le escapó algo húmedo que los hombres llamamos lágrimas. Al fondo sonaba una suave música de órgano, con sabor a celestial, que procedía al unísono de las troneras del Pi y de la Catedral.