miércoles, 14 de octubre de 2009

LA COLUMNA

EL RESENTIMIENTO INVERSO

A lo largo de las columnas que aquí he ido editando y a raíz de la publicación de Catedral de cuento, he oído comentarios —no sé si con ánimo de halago o achaque de demérito— sobre el enfoque optimista, alegre, humorístico, esperanzador y desdramatizador que imprimo a mis opiniones y escritos sobre situaciones que tienen su origen —y a veces su malhadado final— en la precariedad, el infortunio y la miseria.

Debo una explicación que desmitifique esos criterios sobre mi pretendida bondad y mi presunta actitud positivista y cordial. No hay tal sino todo lo contrario. Mi actitud es revanchista, ácida, crítica y vengativa ya que utilizo —en vez del ataque frontal, agresivo e hiriente— lo que doy en llamar el «resentimiento inverso». Me explico.

Considero más efectivo y contundente, cara a transmitir ánimos a las víctimas de las situaciones de penuria y cara a la sensibilización de la sociedad hacia tales víctimas, reflejar la parte medio llena del vaso: esperanza, posibilidad de superación, actitud alegre y serena ante la adversidad. En definitiva, enseñar la luz al final del túnel. Esta actitud es la que más duele (“el mejor desprecio es no hacer aprecio”) a los que sólo saben cargar culpabilidades, acusaciones, errores y reproches que no llevan a ningún sitio. Cargar ilusión, apoyo y afabilidad es llenar las alforjas de un altísimo porcentaje de éxito. Es mi sutil forma de echar en cara, de reprochar, de zaherir; mi nimia venganza. Porque a esa masa instalada en la comodidad, enquistada en el estigma de que quien sufre es culpable (“él se lo ha buscado”), mala persona (“algo habrá hecho”) e irrecuperable (“es un caso, no tiene remedio”) lo que más le duele es no obtener su objetivo: humillar, mellar y socavar con intención de dar el tiro de gracia al paciente.

Por todo esto, seguiré usando las máximas dosis de templanza, simpatía e ironía (en su sentido de arte retórica) como pócima que espante a depredadores y pájaros de mal agüero. Les tiendo, gustosamente, un puente de plata… para que se esfumen escaldados.

1 comentario:

Ana dijo...

pues a mi me encanta este Resentimiento Inverso primero porque leo cosas de un testimonio que habla por si mismo, que no conocía tan de primera mano sobre las personas que tienen una vida
distinta a la nuestra y porque aprendo cosas que los medios silencian