sábado, 6 de octubre de 2007

LA NOTICIA/003

EL PRECIO DE LAS HOSTIAS SE DISPARA
El aumento del precio del trigo es el principal responsable. Las carmelitas, principales productoras, se han visto obligadas a aplicar un incremento del 25% en sus facturas.
Comentario
Es un indicativo más de la preocupante escalada de precios de los productos básicos (principalmente cereales) por culpa, parece ser, del boom de la dedicación a los trasgénicos destinados a biocarburantes. Pero, señores mios, la prioridad es la alimentación, máxime cuando estas alzas afectan a las capas más pobres de la humanidad. Si nos quitan el pan y el arroz, ¿qué nos va a importan la capa de ozono, el cambio climático y la contaminación si ya estaremos criando malvas gracias a la primera plaga: el hambre? Anecdótico pero inquietante, aunque se espera que no afecte a los correspondientes índices bursátiles (Dow Jones, Nikei, etc,). Las buenas de las clarisas se remueven en sus clausuras y es que está claro que de la voracidad humana no se libra ni Dios.

viernes, 5 de octubre de 2007

EL PERSONAJE/003


QUICO PALOMAR, PARA UN ROTO O UN DESCOSIDO
No sé si él me encontró a mí o yo a él. En algún momento me pareció que intentaba colocarme alguno de sus dibujos (a mí, con esta cara de poder adquisitivo) pero en nuestro segundo contacto, en la plaza del Pi, nos enzarzamos en una diatriba de besugos digna de figurar en cualquier antología del absurdo. Y ahí descubrí que no estaba ante un zahorí de la limosna sino ante una miscelánea de artista, cantante satírico, músico e investigador. Un multifacético, un bohemio de sólida formación... una enciclopedia con patas.
¿Pero qué hace? Pues pinta (no sé si mucho o poco, pero pinta –ver foto--), participa en exposiciones colectivas, concursos de carteles, decoración, parques infantiles, bichos de cartón piedra, etc. Actúa, si puede ser cobrando, en eventos musicales con interpretaciones musicales (virtuoso del theremin, aunque el se dice aprendiz) y canciones surrealistas. Sobre todo probar y provocar magia , emoción y humor.
Hay más y más asombroso. En la primavera del 79 junto a Marcel·lí Antúnez, Carlos Padrissa, Pere Tantiñá y Teresa Puig, funda el grupo La Fura dels Baus, compran una mula y un carro y emprenden una gira por diversos pueblos de Cataluña representando la alegoría en cinco actos Vida i miracles del pagés Tarino i la seva dona la Teresina. Tiene editado un disco (a ver si me lo regalas) y ha llegado a cantar en el parque del Retiro de Madrid Pongamos que hablo de Madrid... en catalán. Participó en la exposición homenaje al polifacético artista tarraconense Pedrol, interpretando sus creaciones, y participó en... y en... y en... Yo he buscado información suya y me ha desbordado; sintetizarla lo dejo para los estudiosos.
En resumen, un personaje para una época de cicatrices y bálsamos en las que él y yo, por edad, afinidad y experiencias, hemos coincidido sin nadie que nos presente, víctimas (afortunadas) del azar venturoso que nunca abandona a los pobres, a los bohemios y a los soñadores. Lo dicho, Quico Palomar, un amigo para un roto o un descosido.

jueves, 4 de octubre de 2007

RELATOS... POEMAS... CUENTOS... 003

Catedral de cuento LAS TRES VIRTUDES
Érase una vez... una tarde que se presentaba anodina, como tantas otras, frente a los doce apóstoles de la fachada de la Catedral. Un puñado de palomas curioseaban las piedras y una bandada de visitantes (foráneos los más) picoteaban migajas de arte acuciados por el cronómetro. Una tarde anodina, larga, tediosa... como tantas.
xxxxx¡Pero no! De improviso apareció una niña (no más de tres años) con un vestido azul que se fundía con el color del cielo. Caminando junto a su padre, la niña reparó en un inválido que, en silla de ruedas, imploraba una limosna. La niña frenó en seco, giró hacia su padre con la mano extendida y le dijo: xxxxx xxxxx--Dame. xxxxxEl padre, sin dudarlo, negó y le instó a seguirle; mas la niña conminó: xxxxx xxxxx--¡Dame! xxxxxEl padre resistió la andanada y la niña, ya con voz entre metálica acampanada y cristalina punzante, gritó: xxxxxxxxxx--¡¡Dame!! xxxxxEl grito brotó de sus entrañas, tan potente, que de su boca surgió una estalactita catapultada hacia los trasluces de la Catedral. xxxxxRebotó la saeta de agua entre las bóvedas y los cruceros, rodeó el ábside, hizo crujir los misterios del altar mayor y por sus pasadizos arcanos llegó a alterar el sueño de Eulalia, la niña santa que desde siglos no había sentido un frescor tan intenso. Santa Elena se tambaleó en su cimborrio y en su equilibrio inestable suspiró un ¡ay! entre temeroso y condescendiente. Las gárgolas, a borbotones, arrojaron lava en hervor incandescente; las vidrieras tintinearon con rechinar de cristal molido y el Cristo de Lepanto, artero, quebró su cintura al otro lado para evitar el impacto. Las ocas palidecieron más si cabe protegiéndose del puñal de agua con el agua del estanque. La Cruz, callando, otorgaba. xxxxxEn cada etapa de su frenética carrera, el grito ¡dame! iba depositando una gota de agua que, al instante, se convertía en polvo de oro. Lava y cristales, piedras y maderos, se mudaron en un firmamento de ocre polvillo que se convirtió en un manto. El viento, como siempre despistado, exhaló la filigrana hacia la puerta y el oro fue a llover sobre atónitos curiosos y palomas. xxxxxEl padre, atribulado, le dio una moneda a la niña, de azul y oro (como un traje de luces), que dio su óbolo y suspiró satisfecha. El grito “¡dame!” se desvaneció y la estalactita se fundió agotada. La niña se llamaba Fe. xxxxxUna vez la lógica restaurada, las bóvedas compuestas, las vidrieras enterizas y los cimborrios asentados, la paz se reincorporó a su tarea. Mas yo, acodado en el pretil de la escalinata, todavía estupefacto y absorto, me froté los ojos: por el murete de Santa Lucía se descolgaba una figura informe hasta alcanzar la “cana” y saltar ágilmente al empedrado. Era la jorobada de la Catedral (vox populi es que en toda Catedral que se precie habita un jorobado ilustre) en la que yo, en íntimas e invisibles charlas, había depositado mis ternuras más secretas. Pero esta vez apareció con descaro, llamando a voces a la niña Fe, abriéndose paso a gibazos entre la multitud espantada. Se acercó a la niña, la cogió en sus brazos y le dijo: xxxxxxxxxx--Vamos xxxxxxxxxx--¿A dónde? xxxxxxxxxx--Al lugar donde tendremos que aguardar el día en que los hombres y las palomas abandonen sus cerriles esquemas de prepotencia. Mucho tiempo me temo. xxxxxLa jorobada, desdentada, descarada esta vez y gruñona siempre, se llamaba Esperanza. xxxxxxxxxx--¡Esperadme! xxxxxEra una voz quebrada y jadeante. La silueta, pues silueta era de tan delgada y transparente, era una joven ciega que llegaba apresurada. No tuvo que abrirse paso pues traspasaba los muros y los cuerpos con ectoplásmica dulzura. Y en un efecto dominó cada bolsillo que perforaba eructaba un óbolo a favor del necesitado. Cuando las alcanzó, acarició a la niña Fe, besó a la anciana Esperanza y gritó a los cuatro vientos que se llamaba Caridad. xxxxxAsí las tres virtudes se fundieron y ocultaron en quien sabe qué pasadizo secreto del templo. xxxxxMi tarde anodina se transformó en serena sin más inquietud que la de temer que, otra tarde, no viniese a narrarme su cuento la legión de los pecados capitales.
(M. V.)

ÚLTIMA HORA/003

CONSIGUE UN CONTRATO FIJO
G.M.G., ingeniero de 27 años, después de largos años de sesudos estudios y temporalidad laboral, ha sido contratado con carácter fijo en la empresa que trabajaba.
Comentario
De momento no estamos hablando de una especie a extinguir. Que este hecho se haya convertido en noticia ya es alarmante; que dejase de serlo sería volver a la normalidad de antaño (muy antaño). Si le sumamos que el infrascrito afortunado va a celebrar el evento con un ágape para sus allegados, corrobora lo excepcional del caso. In illo tempore lo habitual era dar boato a bodas, bautizos, comuniones y aniversarios. Ahora, los banquetes se han trasladado a contrataciones, divorcios e insólitos acontecimientos. Eliminada la transcendencia del espíritu de la humanidad, a la ya de por sí triste pobreza material hay que añadir esta otra miseria en los objetivos de las personas. De todas formas, enhorabuena a G.M.G., máxime teniendo en cuenta que es mi sobrino.

sábado, 29 de septiembre de 2007

LA FRASE/002

Un momento de estupidez destroza los frutos conseguidos en años de inteligencia.
(M.V.)

LA NOTICIA/002

EL CONSUMO ABUSIVO DE ALCOHOL SE DISPARA ENTRE LOS JÓVENES. Un 31% de chicos y un 18% de chicas se emborrachan con la fórmula de beber mucho en poco tiempo.
Comentario
Exportamos alcohol e importamos fórmulas de beber. Se hacen las campañas más espeluznantes sobre los efectos del tabaco y los accidentes de tráfico (bien están) y se pasa de puntillas sobre las consecuencias catastróficas del alcohol. Seamos realistas de una vez: el alcohol es tan duro como la más dura de las drogas, sus efectos sobre la salud y sobre el cerebro son más catastróficos que otras plagas y las estadísticas se enmascaran en eufemismos médicos. Morirse a causa del alcohol está mal visto en una sociedad que lo integra como patrimonio cultural; no tengo nada en contra puesto que lo es, pero eso no justifica que se potencie su consumo y no se penalice su abuso. Es lamentable que los intereses económicos priven sobre la supervivencia de la especie como sucede con las emisiones de CO2. Es lamentable que se invierta más en banalidades destinadas a ensalzar nuestro orgullo patrio que en nuestra propia salud. Y, como siempre, cuando nos demos cuentas, será tarde.

EL PERSONAJE/002

DOS AZÚCARES AL DÍA
Papá, ¿qué es la solidaridad? Esta es la pregunta que me hizo hace unos días mi hija Candela. Candela tiene 4 años. Me presento: soy Juan, José o Antonio, o como quieras llamarme, eso no importa. Soy director de un centro de acogida para personas sin hogar de Barcelona. Por mi experiencia creía que tenía mil repuestas a la pregunta de mi hija. Pero con el tiempo me he dado cuenta que, entre muchas, hay una historia que define a la perfección el sentido de la palabra "solidaridad". Escucha, Candela, lo que te voy a contar. Es una historia tan cierta como tu sonrisa al despertar. No sé cómo se llama la señora. A mí no me importa, y a ella tampoco. Quiere permanecer en el anonimato y yo la respeto. Hace ya meses que, cada 15 o 20 días, aparece por el centro una señora de entre 60 y 70 años con una bolsa llena de azúcares. Viene a media mañana, los trae, pregunta por su contacto, los entrega y se va. Así cada 15 días, durante meses. Nadie sabe cómo se llama, ni de dónde los saca, y tampoco se lo preguntamos. Cada día en nuestro centro de acogida se sirven unos 75 desayunos para personas sin hogar. El azúcar que acompaña al café es el de nuestra voluntaria desconocida. Una mañana sonó el teléfono. Alguien preguntó por el responsable. "Soy yo", le contesté. Y a continuación me explicó la siguiente historia: "Mira, soy la señora que llevaba la bolsa de azúcares. Me encuentro mayor y no sé si podré continuar llevándolos. Vivo en una residencia para gente mayor. Cada mañana nos sirven el café con leche con dos azúcares y, cada día, unas amigas y yo guardamos uno de los dos azúcares en una bolsa, en un armario de mi habitación, para vuestro centro. No quiero que las responsables de la residencia se enteren, porque nos podrían quitar uno de los dos azúcares y perjudicaríamos al resto de los residentes. ¿Podría alguien venir a buscarlos? Os doy mi dirección y número de habitación pero, sobre todo, pido mucha discreción". Cuando se enteró María Teresa, voluntaria del centro, me dijo: "Hay que ir a buscarlos". Hablé con Francesc, otro voluntario, y le expliqué la historia. Aunque tiene su semana plagada de diferentes voluntariados, hizo un hueco. El sábado 23 de diciembre fui a trabajar. En mi mesa encontré una bolsa llena de azúcares y pensé en ellas. Mi niña Candela, ten por seguro que nada sabe tan dulce como la solidaridad.
Director anónimo de un centro de acogida

RELATOS... POEMAS... CUENTOS... 002

DORMIR EN UN CAJERO por Robert Bilbeny (La Vanguardia, 9-10-2006)
Si se presenta el dilema de escoger entre el derecho como cliente y el que puede tener un vagabundo que ocupa el cajero. ¿Cuál debe prevalecer?. Si el primero, el hombre se queda sin techo y el cliente con malestar de conciencia. Si el segundo hay que ir a un cajero más distante. No creo que sea ético formular una queja al banco (...). Entre su derecho a recoger dinero y el del otro a dormir, por falta de dinero, en estas condiciones, no hay comparación (...). Antes que clientes somos ciudadanos, y antes personas. Es duro disputarle a un vagabundo sus derechos y sus deberes, bastante tiene con apenas cubrir sus necesidades. Y es humano y ético fijarse ante todo en esto último. La Caixa, por ejemplo, no tiene una política al respecto, pero en invierno deja abiertos los cajeros automáticos para que los indigentes no estén a la intemperie. Qué menos, y aún hay otras entidades que ni eso. Un techo, aunque sea ajeno, y unos simples cartones, son de mayor necesidad y valor que una segunda residencia o un frigorífico repleto. El que ha pasado frío lo sabe bien. (...) Ojalá el problema que se plantea pudiera desaparecer, porque nadie tuviera necesidad de dormir en la calle a la buena de Dios. Pero, mientras, existe. No son vagabundos por voluntad, ni sin techo como parte del folklore urbano; son personas muy pobres y de vida desgraciada, que nos remueven la concienca y debe ser así. En cierto modo nos incomodan porque son el espejo de lo que nos podría ocurrir o nosotros o de lo que no soportamos que suceda alrededor. Las autoridades no son los únicos responsables de ayudarles con los servicios específicos. La sociedad es la responsable, y cada uno, en su pequeña dosis, también. No hay que mirar a otro lado, darse excusas para pasar de largo o decirle al niño que nos pregunta por aquella imagen terrible que es alguien que no está bien de la cabeza y pronto pasarán a recogerlo. Es una escena que nos interpela a todos. Tiene, además, su ironía el hecho de dormir al pie de la máquina que otros hacen servir para conocer el estado de su hipoteca o retirar dinero para el restaurante (...) Era un domingo por la tarde, a la vuelta de la esquina de la Gran Vía barcelonesa, estaba tendida en el suelo una mujer joven que parecía dormir. Entre su piel y la baldosa ni siquiera una hoja de periódico. Hacía calor, pero daba escalofrío verla. Nuestra obligación ciudadana es advertir a la autoridad de tal circunstacia, con ánimo de ayudar y no de quitarnos un mal sabor de boca después de la merienda. La caridad, palabra que muchos desconocen, no es una exclusiva del cristianismo. La justicia es deber de todos. El o la sin techo en un cajero no son un enemigo ni un bulto. Muchas veces podríamos preguntarles “¿Quiere que llame a alguien?". A diferencia de otros países, aquí se desprecia a los indigentes.