Sabes que soy tan lego en técnicas de pintura como tú en informática. Sabes que soy capaz de confundir El Guernica con Saturno devorando a sus hijos. Pero sé lo que me gusta y lo que no. Y me gusta lo que me conmueve. De tu obra me quedo con dos impresiones: la fuerza que imprimes a los rostros, comunicando inmediatamente al lector el sentimiento del protagonista, y la densidad del trazo en el que siempre parece que estés apretando con rigor el carboncillo, la tinta o la acuarela. Como si apretando pensases que el lector va a captar un mensaje sin ambigüeades, una bocanada directa al corazón sin apenas pasar por los ojos. En cuanto a la narración ya te he dicho que es impecable. Sé que tienes la sensación de que no eres buen escritor, pero si eso es cierto esta vez te has saltado la norma. Y en el estilo, al menos para mí, más difícil de todos los habidos: el del «bocadillo». Has construido un relato que es un compendio de precisión: no sobra ni falta nada para entenderlo. Puedo decirte, con la mano en el corazón, que muchos de nuestros históricos historietistas, mangas y otras especies, quedan muchos peldaños por debajo de tu meseta.
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