El hombre que se levanta es aún más grande que el que no ha caído (Arenal)
sábado, 5 de diciembre de 2009
LA COLUMNA
Es curiosa la percepción que he tenido en los últimos tiempos al intentar entender el porqué de los cambios de ánimo, las tendencias al desconsuelo y las inflorescencias eufóricas.
Rastreando entre descalabros económicos (fenómeno natural), tifones sentimentales (fenómeno habitual) e intríngulis existenciales (fenómeno sobrevenido) —a estos astados ya sé que larga cambiada administrarles— ), no encontraba razón suficiente para mis avatares del alma.
Hasta que un día, en uno de esos momentos en que nada pasa, salvo yo por la calle, me llegó ese relámpago que aparece de vez en cuando, más que de vez en vez, e ilumina la víscera que bombea el malhumor o el bienestar. La entretela de la razón y sus duendecillos inculpados se plantaron ante mí en forma de nimiedades, sueños Nescafé (de sublimación y disolución instantánea) y… rutinillas.
Las rutinillas. Repaso mi jornada habitual. A las 6 de la mañana, aseo y frugal colación. 6.45 h.: apertura al tresbolillo, con el señor Dimas, del quiosco de prensa que emboca al metro y en que el periódico siempre se retrasa, dando pie a conversación sobre lo pasado y venidero (el mejor desayuno para la mente). 7.30 h.: parada obligada en la cafetería del vestíbulo ferroviario de Plaza Catalunya para verter en papel la tinta de alguna ocurrencia digna de escribirse. 8.45 h.: paseo a alveolo abierto hasta desembocar en las ágoras y agoretas del Gótico, con la entrega ritual del purito a Manolo —al que intuyo por el rasgueo de sus alpargatas—, leve inclinación de testa ante la Ilustrísima de turno de misa de nueve… y ya son las 9 h.: intercambio de andanadas satírico-entrañables con Miquel, siempre presto a urentes invectivas que me nutren de combustible para la jornada; tres minutos escasos pues siempre le apura alguna urgencia artística o fisiológica inaplazable. 9.15 h.: charla e inyección anímica con D. José, el del peluquín, el de los cincuenta céntimos a las gitanas, el de mis confidencias familiares y su cantinela de que mis restos acabarán en Soria de donde, según él, nunca debieron salir. 10.00 h: lectura de otro diario y cortadito en El Jardín para entonar. 10.30 h.: tecla de encendido del ordenador, preparar cena y colada si es menester, y a trabajar o ejercer de diletante en lo que el cuerpo me pida. 14.00 h.: comida y siesta —por prescripción facultativa—. 16.00 h.: café de desperezo y restitución. 17.00 h.: ronda de tanteo antes de ocupar mi atalaya de observación por la que desfilan, puntuales, mis adeptos: a las cinco y media la del caramelillo de menta; a las seis el inevitable esquizoide que entre mil desatinos dispara alguna verdad pontifical; a las seis y media mi plática más o menos extensa, casi siempre más, con el ínclito Pep —mi topo en el Arzobispado—; a las siete y media mis Luisas balsámicas que con su ternura me ahorran un buen dispendio en botica; ínterin para repostar tabaco donde Paqui y a las ocho y cuarto deseada llegada de alguna simpática joven que me sirva de musa y recreo de la vista. 21.00 h.: simbólico cabezazo ceremonial y cruce de frases a vuelapluma con el Cardenal, que más enjundia tiene de párroco que de prelado. De vuelta a casa, galantería con la castañera o confitera de turno, café con crucigramas en el Zodiac, donde siempre recala algún bohemio con quien desengrasar mis neuronas. Cena, oración (¿?), despedida y cierre. Las rutinillas.
Si en este devenir diario ha irrumpido algún descalabro, torbellino o intríngulis —los toros bravos ya citados ab initio— ya los he descastado con verónica enjuagada, media estocada tendida y descabello. Pero las rutinillas… ellas son la clave de mis cencerradas y carillones. Si una falla, se desengrasa la maquinaria y hace chirriar toda mi infraestructura emocional.
Espero que alguien comparta estas sensaciones y podamos fundar la ONG Rutinillas Mundi, porque ahí, en las nimiedades, los sueños fogonazo y las rutinillas, está el arquitrabe del estado de ánimo.
RELATOS... POEMAS... CUENTOS...
¡CRIS!... AMANDINE…
Entre mis inveteradas costumbres se halla la de dedicar, cuando conozco a una persona que me agrada o nace un niño de alguien de mi estima, un referente a la etimología de su onomástico, coincidencias con ilustres tocayos ancestrales y, si se tercia, algún acróstico, soneto u octava real. Sea el nombre vulgar, raro, canoro, malsonante, dulce o estridente siempre he encontrado alguna fuente de inspiración e información que me haga quedar en buena compostura.
Así han desfilado por mi bolígrafo (voló la pluma) Petronilas y Estelas, Paus y Sandras, Noas, Cunegundas, Beatrices, Mares, Sisebutos, Sergios, Turismundos, Pacos variados y hasta algún Jan de difícil catalogación. Abundan, por imperativo obvio de mi género, los femeninos.
Mas, tras años de salir airoso de cualquier epónimo retador, conozco una persona sin más atributos especiales que los que mi gusto requiere: agradable en el trato, dotada de los instrumentos que más valoro (sonrisa natural, expresión no afectada, mente sencilla), buena presencia (muy buena pues incorpora el plus de simpatía) y esa impresión natural de cabeza biempensante y autoestima cimentada. Todos los ingredientes para trinchar mi vianda literaria.
Y aquí llega el ¡cris! (onomatopeya del ruido de algo frágil al quebrarse), cuando me dice —me dice, he dicho— su nombre: Amandine. ¡Todos mis esquemas a hacer puñetas! He dicho me dice porque así, escrito, puede parecer un simple revoltillo de grafías, ¡pero dicho!, dicho con su voz —que algo de cristalina tiene pues algo cristalino debe tener su garganta—, pronunciado con su inflexión monocorde y, para más sublimación, deletreado para que no me equivoque al transcribirlo, ¡lo dicho!: toda mi estructura mental alborotada. Creo que en ese momento los recios cimientos del Gótico se hicieron gelatinas, ciento dieciocho obispos brincaron en sus nichos y un inmenso castillo de artificio cubrió desde aquende l’Eixample a allende la Barceloneta, de acá Sant Martí a acullá El Raval.
Amandine… ¡cris! Y ahora, ¿qué coño escribo ante estas ocho letras que lo conjugan todo? Y si fuera pintor, ¿qué pinto si ya aglutinan los reflejos de todas las capillas sixtinas que imaginarse puedan?. Y si fuera músico, ¿qué compongo si esas ocho letras ya ejecutan todas las melodías?. Y si fuera inventor, ¿qué proyecto haría si ante ese nombre el propio Da Vinci sucumbiría?
Amandin… —hasta la «e» enmudece—. Como poeta no puedo ser ripioso con la rima en querubín, como pintor no puedo ni bosquejar la sonrisa de la monalisa, no puedo remedar las venus del escultor, ni improvisar pirámides, ni definir la divina proporción. No puedo crear lo ya creado y hasta intentar recrearlo me suena a sacrilegio.
Decido al fin, para salir de la impotencia de este brete, acudir al subterfugio de que, si lo definido no puede entrar en la definición, la musa —que es la inspiración— no puede estar incluida en el objeto. Y Amandine —nombre y persona— totaliza la musa y convierte la cuadratura del círculo, la trinidad santa, la física cuántica y el sexo de los ángeles, en galimatías de infantil resolución.
Así que te quedas, Amandine, sin octavilla ni serventesio, sin pincelada ni cincel, sin jardines colgantes. Ya tienes bastante con tus ocho letras. Como no domino las técnicas de lo imposible, sólo me queda rendirme a la evidencia y desistir. O mejor, por haberte conocido, brindar.
EL DEBATE
MENDIGOGAME
por José Rocillo Gregoire
Como ciudadano y voluntario de la ONG Solidarios, quiero expresar mi malestar por el lanzamiento en España del videojuego Mendigogame y pedir su retirada. Es una enorme falta de respeto acercarse de una manera tan grosera a un grupo de personas que tienen y merecen idéntica dignidad que cualquier otro ciudadano. Las personas sin hogar se enfrentan todos los días a una vida llena de dificultades y un videojuego no puede convertir ese itinerario de calamidades en un pasatiempo. La innovación y la imaginación son lícitas y deseables en la creación de riqueza de las empresas, pero no todo vale, los valores humanos marcan límites que no se deben traspasar.
Jugar con la realidad de personas sin hogar que día a día se enfrentan a la dureza de las calles, a enfermedades, a la muerte, a la falta de derechos y de recursos es una falta de respeto y un hecho cruel e inhumano. Argumentar que es sólo un juego valdría para justificar juegos similares con colectivos muy sensibles en nuestra sociedad. Hay terrenos en los que la única manera de acercarse es con respeto y sensibilidad.
Las entidades y personas sensibilizadas con esta situación queremos que se mire a los sin hogar como lo que son: personas. No son "mendigos", son personas excluidas, cuyo mayor problema es la soledad y la indiferencia de la sociedad. Su objetivo, no es, sin duda alguna, "convertirse en el mendigo más famoso y rico" sino salir de la calle.
LIBROS
BARRIOS
POBLE SEC, LA DIGNIDAD DE UN BARRIO
No es por alarmar, pero parece que vecinos, prensa y Ayuntamiento ya han tomado cartas en el asunto de la degradación de este barrio a manos, principalmente, de bandas latinas no muy célebres por su pacifismo. En medio de la empanadilla se encuentra la calle Blai, que limita al Sur con el Paralelo (cada vez menos escenario de entrañable farándula) y al Norte con calles como Margarit que tienen (si resisten) una oferta artístico-cultural al alcance de cualquier mente inquieta. Un barrio que nada tenía que envidiar a los corrillos culturales parisinos.
Al menos los dos últimos años (donde me estancia y memoria alcanzan) amén de los altercados cotidianos con los vecinos y entre las propias bandas, se ha celebrado una dilatada verbena (perdí la cuenta de los días) en el cruce Blai-Margarit, en la que la tarima de actuaciones, con su correspondiente artillería de mastodónticos bafles, quedaba a escasos cuatro metros del balcón de una vivienda habitada por personas incapacitadas y necesitadas de descanso. Con frecuencia en los balcones aparecen desperdicios de las distintas “celebraciones” y cualquier protesta queda acallada por los gritos de ¡racistas! Todo ello, se supone, con la correspondiente e insólita licencia municipal.
La protesta está en la calle (ver foto) aunque ya ha sido apedreado el cristal de uno de los “vandálicos” y al parecer poco “integradores” vecinos. Las pancartas ya no están por obra y gracia del miedo. ¿Quién debe integrarse? Hay que coger este toro por los cuernos ya o… adiós Poble Sec que te quedas sin gente.
miércoles, 14 de octubre de 2009
LA FRASE
LA COLUMNA
EL RESENTIMIENTO INVERSO
A lo largo de las columnas que aquí he ido editando y a raíz de la publicación de Catedral de cuento, he oído comentarios —no sé si con ánimo de halago o achaque de demérito— sobre el enfoque optimista, alegre, humorístico, esperanzador y desdramatizador que imprimo a mis opiniones y escritos sobre situaciones que tienen su origen —y a veces su malhadado final— en la precariedad, el infortunio y la miseria.
Debo una explicación que desmitifique esos criterios sobre mi pretendida bondad y mi presunta actitud positivista y cordial. No hay tal sino todo lo contrario. Mi actitud es revanchista, ácida, crítica y vengativa ya que utilizo —en vez del ataque frontal, agresivo e hiriente— lo que doy en llamar el «resentimiento inverso». Me explico.
Considero más efectivo y contundente, cara a transmitir ánimos a las víctimas de las situaciones de penuria y cara a la sensibilización de la sociedad hacia tales víctimas, reflejar la parte medio llena del vaso: esperanza, posibilidad de superación, actitud alegre y serena ante la adversidad. En definitiva, enseñar la luz al final del túnel. Esta actitud es la que más duele (“el mejor desprecio es no hacer aprecio”) a los que sólo saben cargar culpabilidades, acusaciones, errores y reproches que no llevan a ningún sitio. Cargar ilusión, apoyo y afabilidad es llenar las alforjas de un altísimo porcentaje de éxito. Es mi sutil forma de echar en cara, de reprochar, de zaherir; mi nimia venganza. Porque a esa masa instalada en la comodidad, enquistada en el estigma de que quien sufre es culpable (“él se lo ha buscado”), mala persona (“algo habrá hecho”) e irrecuperable (“es un caso, no tiene remedio”) lo que más le duele es no obtener su objetivo: humillar, mellar y socavar con intención de dar el tiro de gracia al paciente.
Por todo esto, seguiré usando las máximas dosis de templanza, simpatía e ironía (en su sentido de arte retórica) como pócima que espante a depredadores y pájaros de mal agüero. Les tiendo, gustosamente, un puente de plata… para que se esfumen escaldados.
EL PERSONAJE
«LANGUI», LA SEDUCCIÓN DE LAS MIRADAS
Juan Manuel Montilla, «Langui », madrileño de 29 años, sufre una discapacidad provocada por una parálisis cerebral al nacer y desde entonces es una de esas personas que muchas veces nos cruzamos en la calle, gesticulantes, con las extremidades retorcidas y piernas asimétricas que les dificultan andar en rumbo derecho (se cae hasta diez veces al día, según el terreno). Sin embargo, su cabezonería le ha hecho salir adelante y convertirse en un personaje fuerte y plagado de resultados y triunfos. De la entrevista que le hizo Víctor-M. Amela en La Vanguardia extraigo algunas recetas que nos propone para aderezar el guiso de vivir y disfrutar de la vida por encima del listón de la socorrida y paralizante silla de ruedas
La sobreprotección, invalida. Sus padres decidieron no sobreprotegerle y le hacían esforzarse en conseguir las cosas como los demás (alcanzar los objetos sin alcanzárselos; dejar que se levantara solo al caerse sin levantarle). Esta aparente crueldad fue el mayor acierto para ensayar el esfuerzo y ¡cuanto valor el de los padres de aguantarse las ganas de ayudarle!.
Asumir las limitaciones. Quería ser futbolista en Primera División y fue comprobando —a sus 15 años— que no llegaría ni a Tercera Regional. Se hundió. Pero se cruzó en su camino el hip-hop y se inició en el rap, encontrando una nueva motivación. Ejercer de rapero sí podía… ¡y vaya si pudo!.
Imponerse retos. Se ha comprado una casa con escaleras para subir al dormitorio. Cuando llega por la noche, cansado, vence la tentación de quedarse en el sofá del salón y se impone escalar para estar y compartir con su familia. Esos 16 escalones no se lo iban a impedir.
Actitud positiva ante la vida. Receta alegría y buen humor —“no puedes cambiar el mundo, ¡pero sí puedes cambiar tu actitud! —. Admite que la vida está llena de miserias, pero que es un regalo y es corta y… “¿encima vas a boicotearla?”
Suplir las deficiencias con los valores. Comunicarse con la seducción de las miradas, desbordar los complejos, obligar a los demás a verte por dentro —“mi mujer me ha hecho sentir que para ella tengo los andares más bonitos del mundo” —.
La compasión, minusvalora. La compasión es, para él, excluyente y negativa, la peor barrera para el menguado. El triunfo consiste en “pelear cada día por lo que te ilusiona”.
Cuando vienen mal dadas, ¡caña! “Anímate valorando lo que tienes, y pelea. Y a mí no me digas que no se puede”.
Aquí dejo, sin comentarios, al «Langui », con su libro 16 escalones antes de irme a la cama (Espasa), sus dos premios Goya, sus discos, su película, sus conciertos… su macedonia de éxitos logrados con dos pares y su voluntad de esfuerzo y ejemplo.
EL DEBATE
¿TODO EL TIEMPO DEL MUNDO?
Es un hecho —del que hasta ahora no se había hablado o reparado— el trato que reciben las personas en precaria situación (“sin techo”, parados o indigentes de toda índole) en relación con el uso de su tiempo. Existe la extendida sensación —entre aquellos para los que “el tiempo es oro” — de que como no hacen, no producen nada —hay quien sólo entiende la productividad del trabajo como el rendimiento traducido en dinero, cuando también el trabajo puede producir sencillamente satisfacción— , tienen todo el tiempo del mundo; y, ni cortos ni perezosos, los “ocupados” se arrogan el derecho a disponer de ese tiempo a su antojo. Pero este hecho se convierte en lamentable cuando ese uso y disfrute del tiempo ajeno se traduce en plantones, instancias de inmediata presencia, reuniones estériles y disposición al libre albedrío de los medios de comunicación.
Por partes. No es infrecuente que el personajillo con posibles cite a un inope y luego falte reiteradamente al encuentro (caso real: cuatro mañanas, X sufrió pérdidas de 12 horas de su tiempo a la espera de un profesional de prestigio que, para más inri, le debía una cantidad de dinero en concepto de una compra que le había realizado). El ausente debió pensar que “¡total… tiene todo el tiempo del mundo!
El requerimiento de comparecer “de inmediato” en algún lugar, remoto —transporte requerido— o no, suele ser inminente y sin previo aviso: hay que estar en algún sitio para alguna entrevista terapéutica, alguna actividad o intervenir en algún acto. “¡Total, si no tiene nada que hacer y… tiene todo el tiempo del mundo!
Lo de colaborar con los medios supera el listón. Se puede disponer impunemente de una, dos o más jornadas del “no tiempo” del precarista en rodajes, grabaciones o entrevistas —en los que además ejerce de protagonista— con el agravante de que dichas intervenciones no suelen llevar aparejada ninguna compensación porque ¡total, si no tienen nada no deben necesitar nada y, además… tienen todo el tiempo del mundo!
Pues no. Precisamente la víctima de estos abusos temporales es el que menos tiempo tiene. Lo que sí tiene es libertad de disponer de él a su libre albedrío, fijar su ruta, sus horarios y preferencias —por lo visto para envidia de funcionarios y contratados—. ¿Saben que quizá la víctima del plantón podría en ese tiempo realizar tareas que le reporten algún ingreso o simplemente que le sean necesarias para sobrevivir (buscar cobijo, trabajo, pintar, participar en algún taller, labrar la madera, escribir o acudir a otra cita más formal)? ¿Saben que el sufrido convocado “inmediatamente” puede estar realizando alguna labor que, si abandona, le puede crear un quebranto económico? ¿Saben que en el tiempo de participación en algún programa de comunicación el incauto protagonista podría estar procurándose algún ingreso de supervivencia en forma de recogida de chatarra, limosna, beneficencia, ocupaciones intemporales en ayudas de cargas y descargas, engrases de persianas a “la voluntad” o limpieza de cristales a “lo que buenamente pueda”?
¿Saben el tiempo que conlleva la “ruta del bocadillo” consistente en caminar al amanecer alguna hora larga en llegar al sitio donde dan un desayuno —quizá una ducha y cambio de ropa—, volver a caminar y esperar otras dos o tres horas en comer en alguno de los periféricos comedores sociales, emplear la tarde en procurarse algún ingreso para picadura y un café (“se lo gastará en vino, seguro”, dicta el estigma), nueva caminata para cenar (los desechos de algún supermercado o restaurante) y finalizar la jornada con la búsqueda aleatoria de cartones y el oportuno alojamiento —cajero, banco del parque, porche— para dormir… madrugón tras haber descansado con un ojo abierto ante el temor de agresiones o hurtos… y vuelta a empezar.
El asalariado emplea ocho horas en trabajar, el indigente dieciocho en sobrevivir y seis en ¿descansar?
Así que, señores que citan, convocan y solicitan colaboración para sus estelares espacios de comunicación, piensen que no es cierto que el necesitado dispone de todo el tiempo del mundo sino que más bien, para él, el tiempo es todo un mundo. ¡Ah! y que es un ser humano con el mismo derecho al respeto que cualquier otro. La dignidad no es moneda de cambio.
LEÍDO POR AHÍ
ASÍ ESTÁN LAS COSAS
Le envié a un amigo que vive en EE.UU. un e-mail con una pregunta: ¿Por qué somos pobres los españoles? Esta fue su respuesta desde EE.UU.:
Hola, cómo se ve que los árboles no te dejan ver el bosque... ¿Cómo puedes llamarte pobre, cuando eres capaz de pagar por un litro de gasolina más del triple de lo que pago yo?. Cuando te das el lujo de pagar tarifas de electricidad, de teléfono y móvil un 80% más caras de lo que me cuestan a mí. ¿Cómo puedes llamarte pobre, cuando pagas comisiones por servicios bancarios y tarjetas de crédito el triple de lo que aquí nos cuestan, o cuando por un coche, que a mi me cuesta 2.000 dólares, tú puedes pagar el equivalente a 20.000 dólares?
xxx¿Por qué vosotros sí podéis daros el gusto de regalarle 18.000 dólares al gobierno, y nosotros no?
xxx¡NO TE ENTIENDO!
xxxNosotros, los habitantes de Florida, somos pobres. Por eso el Gobierno Estatal, teniendo en cuenta nuestra precaria situación financiera, nos cobra sólo el 2% de IVA (más otro 4% que es Federal; total = 6%) Y no el 16% como a vosotros los ricos que vivís en España.
xxxAdemás, sois vosotros los que tenéis "Impuestos de Lujo" como son los impuestos por la gasolina y el gas, por el alcohol, los cigarros, cigarrillos, cerveza, vinos, etc. que llega hasta el 320% del valor original.
xxxY otros como: Impuesto sobre la renta (impuesto sobre el sueldo), impuesto sobre automóviles nuevos, impuesto a los bienes personales, impuesto a los bienes de las empresas, impuesto por uso del automóvil (de circulación). Y dichosos vosotros que aún os permitís el lujo de pagar un 16% de IVA por estos impuestos, además de todos los trámites y pagos nacionales y municipales (tasas).
xxxPorque si vosotros no fuerais ricos, ¿qué sentido tendría tener unos impuestos Nacionales, Autonómicos y Locales, de ese calibre?
xxx¿POBRES?, ¿de dónde?
xxxUn país que es capaz de cobrar el IMPUESTO A LAS GANANCIAS Y A LOS BIENES PERSONALES por adelantado (mediante retenciones) como España, necesariamente tiene que nadar en la abundancia. Porque considera que los negocios de la nación, y de todos sus habitantes, siempre tendrán ganancias a pesar de robos y atracos, corrupciones, sequías, inundaciones, invierno, saqueo fiscal y, por supuesto, seguro que todos deben ganar muchísimo.
xxxLos pobres somos nosotros, los que vivimos en USA y que NO pagamos impuesto sobre la renta, si ganamos menos de 3.000 dólares al mes por persona (más o menos 2..000 €). Vosotros tenéis, además, el IBI, impuestos de basuras, impuestos sobre el consumo de Agua, Gas y Electricidad.
xxxY allí pagáis seguridad privada en bancos, urbanizaciones, municipales, etc. mientras que nosotros nos conformamos con la pública. Allí hasta enviáis a los hijos a colegios privados. Y mira si seremos pobres aquí, en EE.UU., que las escuelas públicas nos prestan los libros de estudio previendo que no tenemos con qué comprarlos.
xxxA veces me asombra la riqueza de los españoles, que piden un préstamo cualquiera, y son capaces de pagar el 8% mensual de intereses, como mínimo. No como aquí, que apenas llegamos al 8% anual (generalmente 7.8%), justamente porque NO estamos en condiciones de pagar más.
xxxSupongo que, como todos los ricos, tienes un coche y que estás pagando un 8% ó 10% anual de seguro. Si te sirve de información, yo pago sólo 245 dólares por año. Y como os sobra el dinero, vosotros sí podéis efectuar pagos anuales en concepto de eso que vosotros llamáis IMPUESTO DE CIRCULACIÓN, (aparte de
xxx¡¡¡ ESO ES SER RICO!!!
xxxSer rico, es tener 86.000 concejales, casi 9.000 alcaldes, 17 Presidentes de Autonomías, casi 1.600 parlamentarios autonómicos, 350 diputados en Cortes, 300 Senadores, 200 parlamentarios en Estrasburgo, una Casa Real, 20 Ministros y todos sus adláteres — paradójicamente a menor rango, mayor sueldo. Hay alcaldes que ganan más que el presidente del Gobierno —, todo esto para un país tan pequeño como el tuyo.
xxx¡¡¡ ESO ES SER RICO!!!
xxxVamos, os quedasteis en ESPAÑA porque sois RICOS. Somos los pobres, como yo, los que nos vinimos a probar suerte a otros lados.
xxxBueno, os mando un abrazo y luego me contestáis cómo os va con el nuevo presupuesto. Lo que sí es seguro es que os aumentarán más los impuestos. Pero no os preocupéis, que la inflación los va a diluir. Pero bueno eso es lo de menos, cuando se tiene el dinero para pagarlos. Y tened por seguro que en el próximo discurso le van a dar un fortísimo aplauso al presidente.
xxxAdemás, eso es lo que hay que pagar por vivir en la 8ª potencia mundial, el mejor lugar del mundo y tercero donde la gente se siente más feliz del planeta.
xxxUn saludo:
Tu pobre amigo inmigrante.