PARÁBOLA DEL SUICIDA
Bien lo sabéis. Vendrán
por ti, por mí, por todos.
Y también
por ti.
(Aquí
no se salva ni Dios. Lo asesinaron)
—Blas de Otero—
Se levanta el telón
se encienden
las candilejas. Se ilumina el Gran Mercado.
Se vende en la primera escena
el silencio.
Y todo el mundo calla.
Pendiente
sobre el decorado
de perros con collares de oro
se balancea el hacha. Tic-tac.
En cada oscilación
hay una advertencia
y una amenaza vengadora.
Tin.tin. El oro
de treinta monedas
suena en el violín que nace en el fondo.
Se vende en la primera escena
el silencio.
Y todo el mundo calla.
Repentinamente
se convulsionan los actores.
Alguien grita desde el fondo oscuro:
¡PORQUE ME SIENTO RESPONSABLE
DE SABERME VIVO
vengo a contaros la parábola del suicida;
la parábola del gesto de la muerte
que delata en su muerte vuestro asesinato!
Vengo a acusar.
Traigo
al viento de testigo.
(continuará) ЖЖЖЖЖЖЖЖЖЖ
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